Después del parón navideño y del pequeño gran susto de nuestro anfitrión Pikeras, volvemos a retomar las “impresiones”, con los dos mejores títulos que nos ha dejado esta festividad: The Club (Playstation 3) y Frontlines: Fuel of War (Xbox 360).
Comenzamos con Frontlines, un FPS que sigue muy de cerca la estela de Call Of Duty 4, y nos pone en el papel de un pelotón de élite de marines, enfrentados a tropas chinas y rusas en un futuro conflicto contra comunistas. Tanto la ambientación como el nivel gráfico está claramente inspirados en el mencionado título de Activision, y las principales novedades las encontramos en la posibilidad de manejar mediante control remoto algunos minivehículos – como un helicóptero y un jeep-, cuya utilidad será la de poder infiltrarlos tras las líneas enemigas. En cuanto al desarrollo, las misiones se han simplificado, hasta el punto de resumirlas en alcanzar puntos de control consecutivos, de distinta índole.
Gráficamente, el juego ofrece un nivel visual bastante aceptable y cumple con lo exigido en esta next-gen, aunque todo ello se ve frustrado por la continua inestabilidad en el framerate. Pese a no ser lo más importante en un videojuego, las compañías deberían cuidar este aspecto al máximo, ya que, como en este caso, la jugabilidad y el realismo se ven seriamente comprometidos, a causa de las mencionadas caídas.
Es una auténtica lástima, porque el resto de aspectos –ambientación, efectos visuales, inmersión, etc.- están realmente cuidados, y auguran un gran título si se subsana este fallo en la versión final.
En cuanto a The Club, Sega continúa con este título las pautas ha marcado durante toda esta generación, y es que, podemos asegurar -sin miedo a equivocarnos-, que dispone del catálogo más arcade de la actualidad.
El espíritu de recreativa supura por los cuatro costados en The Club, un arcade de concepción terriblemente sencilla, cuyo desarrollo podemos resumir en: apunta, dispara y corre tan rápido como puedas. Con una perspectiva en tercera persona, similar a la vista en Gears Of War o Resident Evil 4, debemos recorrer escenarios de camino prefijado con la única finalidad de realizar la mayor cantidad de combos (muertes consecutivas) en tiempos límite, para conseguir la mayor puntuación posible. Para que el juego no caiga rápidamente en la monotonía Sega ha decidido incluir una amplia cantidad de modos de juego, tanto a un jugador como online, como por ejemplo, el modo sprint que consiste en una especie de carrera contrarreloj –incluidos checkpoints- en la que debemos batir los mejores tiempos. Otros factores añadidos son la consabida variedad de personajes y habilidades, así como un arsenal de lo más completo.
Mi primera impresión es que el juego adolece de ser extremadamente arcade, con unas posibilidades que se me antojan excesivamente escasas. El nivel gráfico cumple pero tampoco sorprende. Es un título que puede entretener a los amantes de los arcade de la vieja escuela, pero su limitada concepción lo aboca irremediablemente al juego online.
Tendremos que esperar a la versión completa para comprobar hasta donde puede dar de sí el título de Bizarre Creations.