Cuando me enteré de que la mítica thatgamecompany iba a lanzar un nuevo juego con un fuerte componente de interacción humano la verdad es que me emocioné. Sin embargo, todas mis expectativas al ver que Sky iba a ser un juego de móvil con microtransacciones me dejaron prácticamente helado.
¿Eres tu, Journey?
¿Merece la pena jugar el modelo de negocio y, directamente, el juego? La premisa inicial de Sky es completamente similar en planteamiento al magnum opus de la compañía. Somos un niño de la luz y debemos lanzarnos a nuestro destino para restablecer el orden. Nada más comenzar, vemos un templo a lo lejos en el horizonte, uno que debemos alcanzar tras un viaje de proporciones épicas donde, en ciertos momentos, encontraremos a otros humanos que nos acompañarán y harán de ayuda en el camino. Podremos estar junto a ellos durante horas o solo un rato mientras nos cogemos de la mano y emprendemos nuestra aventura.
Suena bien, y de hecho suena completamente a Journey, pero es un Journey descafeinado. La historia en sí, tan mística como se trataba en su anterior obra, haciendo un uso omiso de las palabras y confiando todo el peso de la narrativa (o casi todo) al lenguaje lúdico del videojuego, aquí no existe. En todo momento se nos indica a donde tenemos que ir con una marca brillante que vemos siempre que pulsemos un botón (que además, es el que usamos para buscar a otros niños de la luz), pero para colmo el juego insiste en poner el foco de la cámara en donde quiere que vayamos o miremos, arrebatándonos el control en no pocas veces y de manera muy cercana en el tiempo.
Buenas intenciones mal ejecutadas
Además, el juego se obceca en contarte que ocurre… con palabras. Eso de lo que huía Journey lo vemos claramente utilizado en Sky para contaros la historia de fondo. Hay gente que puede que le agobie esta narrativa tan onírica e insinuativa, pero para mi ver como me arrebatan el control del juego para que mire algo y me indican con un recuadro de texto “alcanza la montaña”, “sigue a este espíritu” y similares me impide sumergirme en un juego que busca ser sutil pero actúa como un elefante en una cacharrería: no funciona.
Porque, pese a todo, se le ven las buenas ideas al juego. La interacción con los demás humanos que encarnan a nuestros semejantes es emotiva y cuando he podido compartir mi experiencia con dos o incluso cinco personas en una ocasión el juego muestra su potencial. No solo tenemos la simbología de que cuantos más seamos y nos apoyemos más sencillo es avanzar en periplo al poder volar más o ir más rápido, sino el ayudarnos a resolver los puzles e interactuar utilizando las propias herramientas del juego, tocando canciones o abrazándonos. Esos momentos son francamente inspiradores.
Un mundo inspirador al alcance de tu bolsillo
Pero a su vez, por el formato, no implican lo mismo. Journey era un juego de pago y por tanto la barrera de entrada de poseer una consola, sentarte a jugar y una vez dentro olvidar el mundo exterior existía. Sky es de móviles, o de Nintendo Switch en mi caso, y por tanto el compromiso del jugador medio es menor. Estar en un puzles y ver como tus compañeros caen uno tras otro y se sustituyen por nuevos niños de la luz hace que pierda parte de esa magia que hacía tan único a Journey, ese encontrarte con un desconocido y, sin palabras, poder recorrer el mundo y alcanzar el final del viaje con él para, al final, ver el nombre de su avatar en los créditos y sentir que este periplo ha merecido la pena.
Aunque no puedo negar que el juego, al igual que Journey, se ve precioso, por no decir que me gusta aún más en ese apartado. El motivo del viaje celestial queda estupendamente y, como podéis ver en las capturas que hay para este párrafo, son simplemente espectaculares. El juego no tiene ninguna pega en el apartado visual ni sonoro, es una maravilla en ellos, pero al tener un núcleo tan difuso no termino de encontrarle el gusto.
En resumen
Sky es un título que me tiene profundamente dividido. ¿Es un Journey fallido o es un juego propio? Las comparaciones son odiosas, pero cuando el contenido es tan evocador a su hermano mayor es complicado esquivarlas. Se sostiene por su belleza en la forma del contenido, pero fracasa en transmitir aquello que busca. El hecho de que incorpore micropagos en forma de pases de temporada no me parece malo pues he podido probar el del principito y está curioso vivir una historia alternativa al viaje, pero por su modelo de negocio y la elección de la plataforma, este juego no termina de encajar en ningún lado. No es malo, pero es extraño y la simpleza mecánica que muestra mezclado a la forma que tiene de contar la historia hace que no compensen los momentos mágicos que pueda tener el juego. Quizá más adelante, con nuevos pases de expansión como este, pueda merecer más la pena, pero de momento mi puntuación para él es un [65].