Recuerdo vagamente mi primera experiencia con Prince of Persia (1989, Jordan Mechner). Lo que sí que perdura en mi memoria es la sensación de que las animaciones que estaba viendo en pantalla no eran normales: parecían reales. También recuerdo que era terriblemente malo.
No avanzaba nada y cada salto o lucha con espadas en la que conseguía triunfar lo recibía como un logro equiparable a superar el juego completo. Siempre según mi escala de valores, provista de un modificador de realismo personal e intransferible.
Recientemente he leído la biografía, si es que puede aplicarse ese término a empresas, de id Software, titulada “Masters of Doom” centrada en la relación entre John Carmack y John Romero, una crónica que, además, intenta trasladar al lector toda la pomposidad de los (primeros) años en los que los creadores de videojuegos eran considerados como estrellas del rock. Offtopic: al finalizar el libro lo dejé en el Terminal 1 del aeropuerto de Barcelona, así que si por una de esas casualidades lo encontraste, espero que lo disfrutaras Fue un acto un poco impulsivo, porque luego pensándolo corres el riesgo de que vaya a parar a un cubo de la basura si lo encuentra, por lo que para los próximos libros, este incluído, intentaré entregárselo en mano a quien potencialmente esté interesad@.
Este “The Making of Prince of Persia (Journals 1985-1993)” (2011, Jordan Mechner) es muy diferente, tanto en tono como en estilo, algo provocado por el hecho de que, mientras que “Masters of Doom” está escrito por alguien externo a id Software, utilizando como fuente las declaraciones de personas que tuvieron una relación con id Software y con entrevistas a los propios protagonistas de la historia, este libro es un diario escrito por el propio Mechner, respetando, siempre según el creador, el diario que escribió en su momento cuando estaba enfrascado en el desarrollo de Prince of Persia y en el impacto que el desarrollo y el post-lanzamiento del juego tuvo en su vida, no solo profesional, sino también personal. Además, el libro lo ha autopublicado el propio autor, sin contar con una editorial que lo respalde.
Mechner, así, desnuda sus años de veinteañero compartiendo la que fue su vida – una vida en la que, además de una evidente precocidad y un talento multidisciplinar impresionante, es evidente que las preocupaciones no provenían del dinero o de la salud, sino de su búsqueda incesante de alimento para el alma. Su vocación de guionista, su atracción por el cine, las ganas de encontrar un lugar en el mundo, no solo profesionalmente, sino en la búsqueda un hogar… El autor nos deja acompañarle en una travesía interesantísima, en la que, además, ofrece información valiosísima de cómo funcionan las grandes empresas – extrapolándolo a su experiencia con Broderbund – y cómo tratan y trabajan con los creadores. Negociación de royalties, plazos de entrega, impacto de los diferentes departamentos en
La reflexión es clara: ¿Cómo hubiera actuado Jordan Mechner si hubiera trabajado en Prince of Persia en la actualidad? ¿Lo hubiera lanzado de forma autónoma, como si fuera un proyecto indie? No me veo capaz de dar una respuesta. Intentaré sacársela al propio Jordan por su twitter, pero personalmente creo que por el estilo de vida que llevaba en esa época, el hecho de formar parte de un engranaje como el de Broderbund le ofrecía una seguridad económica que le dio la suficiente libertad de probar suerte en su vocación del Cine, así como viajar a los países por los que sentía atracción. Por cierto, Jordan Mechner estudió castellano, incluso viajó a Salamanca (@elWiwo, ¿lo sabías?), así como francés, viviendo en Francia unos cuantos meses y sintiéndose especialmente atraído por la ciudad – algo que sospecho que le viene por su amor por el cine.
Jordan Mechner, como le comentan varios amigos y conocidos y de lo que se hace eco en el libro, vive el sueño del creador de videojuegos cuando aún no tiene claro que es a eso a lo que se quiere dedicar su vida. Y egoístamente, como lector, esto enriquece tremendamente el texto. Gente de Extra Life, creo que podéis sacar un par de ideas de “The Making of Prince of Persia (Journals 1985-1993)”, una obra que me ha parecido fascinante a muchos niveles, cobrando una dimensión independiente del propio juego que da nombre a este libro.
Ojalá Mechner comparta algún día la historia de Smoking Car Productions y “The Last Express”, como insinúa en el post script del final del libro. De momento, me voy a hacer con el diario de desarrollo de Karateka, del que desconocía la existencia y que he descubierto gracias a la web oficial de Mechner.