Hola me llamo Juan y he sido un early adopter, un consumidor de todo lo que salía en el mercado nada más aparecer, una ballena para las compañías. Pero desde hace un tiempo me he dicho para mi mismo basta. ¿Estamos acostumbrando a las compañías a tragarnos todo lo que sacan sin hacer de consumidores responsables? Vamos a hablar de ello.
Yo fui un early adopter, pero creo que estoy curado
Para mi todo empezó hace muchos años, empezaba el nuevo milenio y era un tío joven con trabajo y una afición: la tecnología y los videojuegos. Desde ese momento, cada vez que había un lanzamiento de consola: PS1 japonesa día 1 (mis padres aun se acuerdan de las 170 000 pesetas), Dreamcast, PS2, Xbox 360, PS3, Nintendo DS, hasta que dije basta en Wii,… ahí estaba yo desde el primer día, con la ilusión de tener ese aparato en mis manos desde el primer momento, el olor del unboxing, una droga difícil de dejar atrás. Y no nos podemos olvidar del PC, ¿tarjeta gráfica con un poco más de potencia que la que tengo montada? Al saco y para la torre. En definitiva, apenas miraba lo que compraba ni el uso que le iba a dar, pero oye, ahí estaba y mis ratos de alegría me daban. Era, lo que podríamos decir, un ansia viva de cualquier cosa que oliese a tecnología o videojuegos.
El momento definitivo en mi «enfermedad» vino con Xbox 360. Llegué a acumular juegos y juegos sin ni siquiera abrirlos del plástico, mandos coleccionistas, volante, sticks de recreativa, etcétera. Incluso sigo teniendo muchos títulos sin ni siquiera abrirlos o mandos que llevan en la caja desde el mismo día de la compra. Al mismo tiempo pagaba mi mensualidad de World of Warcraft, que se llevaba la mayoría de mi tiempo libre. ¿Normal? Pues ahora que lo veo en perspectiva, no quería perderme nada de mi afición preferida, pero eso me hizo convertirme en un mal consumidor.
De acumular cajas a acumular ceros y unos en la nube, el Diógenes se ha vuelto digital
Ahora mi Síndrome de Diógenes se ha vuelto digital. Todo empezó en Steam y ahora se ha pasado a Xbox Live. Pero en mi vida ha cambiado algo que creo que se gana con el tiempo: la paciencia en la espera de una compra. La sensación de «lo necesito» sigue ahí, pero ahora hay una vocecita que dice «acuérdate de la mierda de Kinect que te comiste por no pensar con la cabeza». Y con el tiempo se aprende que, en este negocio, todo baja de precio, y mucho, sobre todo la mierda envuelta en papel de seda. Y ahí es donde entramos de nuevo con la «novedad» del momento, lo que me activa el modo «ansia viva» de nuevo en mi cabeza: la Realidad Virtual.
Por mis manos han pasado un Oculus DK1, préstamos de un amigo y el otro día probé HTC VIVE y… lo quiero, lo sé, eso tiene que estar algún día en mi salón, pero no a cualquier precio. Estoy leyendo en foros y en comentarios de especialistas en tecnología que la RV está verde, que la verdadera Realidad Virtual no está al alcance de todos, pero que la gente está como loca reservando una gafas que sabe que no cumplen, pero aun así quieren ser los primeros en tenerlas y las defienden hasta la muerte, por mucho palos que se lleven en todos los medios. Y no hablamos de un gasto tonto, son 500 euros, pero las compañías saben crear ese ansia compulsiva por la compra, y saben que mucha gente va a caer en la trampa. En definitiva, somos más ballenas que zorros.
Leer análisis y hacer una criba por nosotros mismos: la única solución para no comernos un trasto inútil
Mi consejo y algo que hago desde hace unos años, casi desde el mismo momento que empecé a realizar análisis y críticas de hardware y software: tenemos que comparar perspectivas, leer muchas críticas y hacer una criba de las que nos parecen menos «realistas» o más «manipuladas». Tenemos que acostumbrar a la compañías a que somos consumidores listos, que no nos tragamos cualquier cosa que nos vendan por unas siglas o una marca, por muy mala que sea, pero por mucho que nos prometa.
A todos nos gusta ser los primeros en tener un producto, pero tenemos que convertirnos en auténticas pesadillas para las compañías, que creen algo que de verdad nos llene y que luego no se quede en promesas vacías y un nueva caja en la esquina.
Y tu, ¿has sido o eres un early adopter? Si es así, siéntate en el grupo, preséntate sin miedo, que lo primero y más importante es reconocerlo.