Se termina la semana más agotadora y a la vez más bonita de todo el año. Creo que me puedo tatuar el logo del E3 en las ojeras, pues tengo una deuda pendiente con mi almohada. Ahora que a todos los que hemos cubierto aquí o allí el E3 2016 nos han desaparecido las huellas dactilares creo que es necesario sacar conclusiones sobre la feria de este año.
Está claro que no va a pasar a la historia como el E3 de las mejores conferencias, pero considero que Microsoft y Sony hicieron los deberes. Creo que fue precipitado mostrar Project Scorpio; enseñar Xbox One S al inicio de la presentación fue todo un acierto porque esa consola son solo ventajas para el actual entusiasta de la marca Xbox. Sin embargo, Sony lo hizo todavía mejor no por haberse sacado de la chistera un God of War que ilusiona por la forma de reinventarse a sí mismo o un Horizon: Zero Dawn que hace a Guerrilla alguien irreconocible, sino porque es la que más nuevas IP ha mostrado en el evento.
Me producía tristeza ver que en la conferencia de Bethesda -cuyo catálogo me vuelve loco- solo había secuelas y más secuelas. Números detrás de los nombres. En total, este E3 nos ha dejado con 16 nuevas propiedades intelectuales, de las cuales 7 son de Sony. Para mí eso es suficiente para considerarla como ganadora en el sentido estricto de la palabra; ellos han hecho que la presente generación, la del ‘Remastered’, la de las promesas, tenga más sentido. Y ojo, a mí Dead Rising 4 y Forza Horizon 3 me tienen enamorado; de hecho algunas de las nuevas propuestas de los nipones no me llaman mucho la atención, pero era necesario crear nuevas IP, futuribles sagas para el futuro. No quiero un Assassin’s XV, quizá haga falta volver a intentarlo tal como se hizo en su momento con la transición entre Prince of Persia y la mencionada saga de Ubisoft. STEEP es una auténtica pasada.
A mí lo que más me ha ilusionado de este E3 son las nuevas IP, aunque tampoco sepa con certeza el motivo, pues uno de los de siempre es lo que más me ha emocionado.