Gracias a PlayStation España he podido jugar 45 minutos a The Last Guardian en Barcelona Games World, un título al que los calificativos de «Esperado» o «Hype» se quedan cortos.
La experiencia, a rasgos generales, ha sido bastante fiel a la idea que tenía en la cabeza de cómo sería el juego, pero hay puntos que me han llamado la atención. Intentaré centrarme en ellos.
TRICO es AMOR
Lo mejor de mi experiencia de 45 minutos ha sido sin duda interactuar con TRICO. Puntualizaré: lo mejor de mi experiencia ha sido escalar a Trico y acariciarle la cabeza. El bicho es GIGANTE, mucho más grande de lo que esperaba tras ver capturas y algún vídeo. Pero lo mejor de todo es que realmente da la sensación de que está vivo, de que realmente existe. Tanto, que me hizo evocar ese infame ¿prototipo?¿vídeo objetivo? de Milo, la enésima visión de Peter Molyneux. Es grande y poderoso, pero no da la sensación de se
Enviarle a realizar alguna acción es una mecánica que me pareció poco intuitiva o amigable. Había poca ayuda para el jugador a la hora de saber qué objetos o qué elementos del escenario realmente eran relevantes para resolver los puzles, algo que me recordó, salvando las distancias, a los primeros Tomb Raider. El control del protagonista tampoco me pareció demasiado pulido, quizá el principal damnificado con lo eterno del desarrollo, pero también puede ser que sea únicamente debido a que esa era mi primera toma de contacto con el juego de Fumito Ueda, aunque la principal decepción fue el hecho de que a TRICO tenía que pedírselo TODO: el bicho tenía, en mis 45 minutos, muy poca iniciativa, y aunque nos estemos despeñando delante de su cara, le tendremos que suplicar ayuda. Entiendo el razonamiento a la hora de convertir esas situaciones en mecánicas jugables en las que el jugador tenga que participar proactivamente, pero eso le resta mucha fuerza a la relación entre TRICO y el protagonista. No puedo generalizar, claro, igual es por el fragmento del juego en el que estaba, quizá en una sección posterior el bicho tomará más la iniciativa.
Visualmente me quedo tanto con TRICO como con el chaval protagonista, que me pareció muy Ghibli. Especialmente curiosa la animación con la que le pide a TRICO que se dirija a algún lugar en concreto, en la que el niño apuntará en una dirección mientras correrá sin moverse del sitio. Los escenarios están detallados pero tienen un acabado que no les hace especialmente espectaculares, pero muy sobrios y elegantes.
Una toma de contacto sin grandes sorpresas
Estas impresiones, remarco, se basan en apenas 45 minutos de juego en una sección que, según parece, se encuentra a mitad del juego, aproximadamente. No había ninguna mención a la historia durante ese trozo, cosa que agradezco, más allá de la extraña reacción de TRICO ante unas cristaleras de colores. Mis sensaciones han sido positivas, pero va a ser complicado gestionar el hype con la realidad. A mi personalmente no me ha parecido atractiva la apuesta por los puzles como mecánica principal, pero soy consciente de que ahí ya entramos en el terreno de los gustos. Lo que sí que te puedo decir es que, si alguna vez te ha llamado la atención, le des una oportunidad.