Recién finalizado To the Moon y las palabras no me sobran, precisamente. Me he puesto la emotiva banda sonora de fondo, para ver si la inspiración me asalta, pero ni por esas. Me siento avasallado por un guión maravilloso, repleto de matices, que adquiere de golpe todo su significado y fuerza al final, al concluir este mal llamado videojuego.
Y es que To the Moon es más un cuento interactivo rodado con un motor de RPG de 16 bits que un videojuego.
Como videojuego, a mi To The Moon me parece un 0 a la izquierda. Así, directamente. Sus momentos interactivos, pocos y generalmente sin aportar nada más que algún que otro guiño, son una excusa para forzar al jugador a decir «Estoy aquí». Así, el juego de Freebird Games se sustenta en dos pilares: la fantástica historia, que te atrapa y no te suelta hasta que quedas en shock tras visualizar el final, y la melancólica banda sonora, la cuál podría ser perfectamente el objeto de estudio de una master class sobre cuál debe de ser el papel de una BSO. Impecable y conmovedora, como el propio guión, que lleva en volandas al jugador/espectador a un recorrido que, por sus altibajos emocionales, parece una montaña rusa. Una montaña rusa que desemboca en un estallido de emociones que, al menos a mi, me ha cogido por sorpresa. Y eso que no llevaba la guardia baja.
Si te gusta la estética de los juegos de Rol de los tiempos de Megadrive y SNES y el cine de animación como el que produce el Studio Ghibli, To The Moon se convertirá en una experiencia que recordarás durante mucho tiempo.
El resto, mejor abstenerse, porque este título no es para todos los públicos. En cualquier caso, yo valoro a To the Moon como una experiencia. Su condición de videojuego es más para él una limitación que un soporte en el que brillar y, aún así, deslumbra. Ojalá que no olvide nunca lo que me ha hecho sentir. Aunque, viendo la temática de la obra, quizá eso sea pedir demasiado. [9]
Actualmente To the Moon está a 8 euros en Steam y 5 su maravillosa banda sonora.