El último gran arcade del mercado, el último videojuego de “navecitas”, la última ilusión que nos ofreció Dreamcast. Aunque por estas tierras hubo que esperar al lanzamiento oficial, pero en sus versiones de PS2 y GameCube, muchos jugadores descubrieron lo que era el P2P para poder disfrutar de una obra perfecta en todos los sentidos.
Ikaruga es una dicotomía entre el ying y el yang, el blanco y negro, modernidad y antiguedad, pasado y futuro… Un estilo de juego que no ha perdurado y que dificilmente sobrevivirá fuera de las portátiles y de los títulos que descargamos con puntos en las consolas de nueva generación, pero que tiene en la obra de Treasure un perfecto epitafio a sus 20 años de historia.
Así es el primer nivel: