Aún con temor a ser públicamente linchado, Shenmue es el más claro ejemplo de que el hype puede sobrevivir al lanzamiento del juego. La obra de Yu Suzuki la amas o la odias pero no cabe duda de que uno debe probarla para enamorarse o decepcionarse. Asentado sobre una apartado gráfico que en su día fue simplemente lo más espectacular que habíamos visto, la prometida libertad y amplitud de planteamientos y posibilidades se quedó sólo en eso: una promesa. Y es que, echando la vista atrás, cualquiera puede ver que sus principios jugables no asentaron las bases del futuro ni de Sega ni de los juegos de aventura y su rígida jugabilidad supuso un hándicap que con los años, a mi entender, le ha pasado factura.A pesar de ello una obra maestra de los videojuegos en la que muchos vimos que las perspectivas de evolución del ocio electrónico no iban a ser tan altas como deseábamos, pero por cuya tercera entrega aún hoy suspiramos.