GTA se caracteriza, sobre todo, por la libertad de acción. El libre albedrío que proporciona un mapeado de kilómetros cuadrados para hacer las gansadas que se nos pasen por la cabeza y todas las opciones disponibles en el juego. Deportes, encontrar secretos, ser taxista, conductor de grúa,… aparte de la libertad intrínseca de cualquier sandbox.
Pero GTA V tiene además la particularidad de poseer por primera vez en la saga tres protagonistas distintos, y los tres jugables. Michael, Franklin… y Trevor. Es en este punto en donde RockStar ha dado un puñetazo encima de la mesa con este personaje, un estereotipo violento más cerca del celuloide que de los videojuegos. Sabemos que los anteriores personajes controlables de GTA tenían la violencia y la amenaza por bandera, pero era propiamente «el jugador» el que ponía de manifiesto esas acciones en la jugabilidad, en las misiones que cumplía o en sus becerriles paseos por cualquier parte de San Andreas, Liberty City, etc.
Pero Trevor es distinto. Ese diseño a caballo entre Steve Buscemi y Keith Carradine, unido a una personalidad al más puro estilo Joe Pesci en «Godfellas» se come la pantalla desde el minuto 1 en que aparece, allá en el norte de Los Santos. Michael y Franklin tienen sus historias, sus discusiones y sus justificaciones para hacer lo que hacen: sobrevivir en el barrio de los «bros» de Franklin, o la intención de sentirse vivo de nuevo haciendo lo que mejor sabe hacer (esto no os suena a un pequeño homenaje a Walter White, a.k.a. Heisenberg?) de Michael. Pero Trevor es pura maldad, puro vicio demoníaco. Lo suyo es asustar a sus amigos, y éstos conviven temerosos día tras día con él, a sabiendas de que si intentan huir de su (ejem) amparo, él los perseguirá y les sacará una corbata colombiana como poco.
Decía, RockStar aquí ha dado el campanazo. La violencia de Trevor no se demuestra sólo en las misiones. No. Las cinemáticas es donde en realidad nos muestra cuán horrible y despiadada es su personalidad, su capacidad de odio. Y decía que Sam Houser y cía. han dado en el clavo con este personaje porque es lo que le faltaba a Grand Theft Auto: un objetivo de este calibre, de esta calaña. Nada de dejar al jugador las opciones morales de su personaje: Trevor es un motherfucker de tomo y lomo, y con él podemos actuar como queramos no sólo porque nosotros lo queramos, si no porque el personaje en sí nos alienta y nos empuja a sacar lo peor de nuestras retorcidas (no lo neguéis) mentes. Trevor es el verdadero soplo de aire fresco de GTA V. Su personalidad impregna las misiones conjuntas y esas cinemáticas donde se basta y se sobra para mandar el plan a tomar por c al garete. No le basta con acabar con los que él cree que son sus enemigos, si no que necesita hacerlo también con los que le rodean, por si acaso. Para dormir tranquilo por las noches. «Trevor Phillips Industries» en todo su esplendor. Trevor, qué bueno que viniste.