Gracias a la gente de Avance he podido probar Yonder: The Cloud Catcher, una curiosa aventura con un aún más curioso aspecto gráfico. En ella, encarnando a un chaval con pinta de de héroe por accidente cuyo rol es hacer recados como si no hubiera un mañana.
Luces y sombras
El juego entra a pecho descubierto, sin miedo a fallar, y lo cierto es que igual acierta, porque así te muestra de buenas a primeras lo que, para mi, es lo peor que tiene: unos diseños de personajes simplísimos, impropios de esta e incluso de generaciones anteriores. Parecen recuperados casi de los tiempos pre discos digitales.
Esto extraña más cuando te embarcas en el juego, porque cuando juegas a Yonder te das cuenta que visualmente hace unas cuantas cosas bastante bien. No cuesta hacer capturas resultonas en las que los efectos de luz crean postales cautivadoras. No me atrevo a señalar con el dedo la razón o el culpable, pero es evidente que, gráficamente, el juego tiene unos altibajos gráficos que lo acaban condenando. Por mucho que los visuales no sean lo más importante, hacen falta unos mínimos. A nivel sonoro, eso sí, todo son alabanzas: cuidadísimo y muy elegante.
Eso no quita que Yonder: The Cloud Catcher sea entretenido, al menos por un par de ratos. Buscar objetos por los escenarios y ayudar a los NPCs con menos personalidad que recuerdo tiene su gracia, al menos mientras sigues encontrando algunos planos chulos y disfrutas del maravilloso apartado sonoro, que te permiten mirar con buena cara a este juego. Cuando esa chispa desaparece, Yonder está condenado.