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The Division

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The Division

The Division es un juego con el sello de Tom Clancy donde un supresor no funciona como tal, y no me refiero a como debería funcionar en la vida real si no a como han funcionado siempre en los videojuegos y concretamente a como han sido algo tan inherente en los juegos que Ubisoft lleva décadas publicando con el nombre del fallecido escritor delante.

Lo que de primeras pueda parecer un detalle carente de sentido no lo es cuando llevas a cuestas un buen número de Ghost Recon, Splinter Cell, Rainbow Six y derivados de la acción táctica. No es la del uso de un supresor la única concesión que la fórmula Tom Clancy hace a la faceta de MMORPG (cuando tiene de ambas cosas ya lo veremos) de The Division, ni muchísimo menos.

La apuesta de Ubisoft con el que según ellos es el primer paso del camino que marcará el futuro de la compañía es arriesgada al tiempo que no lo es, pues se atreven con un juego multijugador parcialmente masivo que no se ambientan en la ficción fantástica de mundos espaciales colonizados por el hombre donde éste convive con todo tipo de especies, ni mundos medievales con dragones, magos y mazmorras, el de The Division es un MMORPG de la calle, concretamente de las calles de New York.

The Division parece responder sin querer a la pregunta ¿Por qué nadie ha hecho antes un MMORPG basado en el mundo real? Y es que mucho se ha hablado de lo que te saca de la ambientación del juego el necesitar más de tres balas (muchas más en realidad) para abatir a un pandillero que lleva un pañuelo como única protección. Son muy numerosas las cesiones que un mundo que debería ser creíble hace a un género dominado por los números y las cantidades titánicas de daño que se podían justificar cuando eran descargadas sobre un trol, un señor de la guerra espacial o un jabalí mágico, pero no cuando las recibe un residente de Hell’s Kitchen.

La New York de The Division es asombrosa, con su iluminación dinámica, su clima cambiante, sus calles vivas y muertas a la vez y otro sinfín de grandes detalles que hacen que simplemente pasear sea un placer para los amantes del buen diseño artístico en esta versión de La Gran Manzana azotada por el peor ataque terrorista de la historia. Que la recreación de una ciudad (mutilada, eso sí, por futuros contenidos adicionales de pago) esté tan trabajada hace que molesté todavía más el no haberla ubicado en el género adecuado, de hecho considero que a nivel de inmersión The Division ganaría enteros si se olvidará de querer ser un Diablo/Destiny con militares estadounidenses.

Por supuesto todo eso es lo que podría haber sido The Division, no lo que es. Es un juego de acción táctica en tercera persona basado en coberturas (y vaya coberturas, de las mecánicas mejor llevadas del juego de lejos) donde el grueso de la diversión deriva en el juego cooperativo. Jugarlo en solitario satisface si estás versado en el diseño de misiones nada trabajado y absolutamente mecánico de Ubisoft, si como yo te has acabado al 100% todas sus demencias de mundo abierto con centenares de iconos en el mapa y ese fluir de personajes no jugables sin nada demasiado relevante que decir posiblemente puedas llegar a disfrutar de los momentos que te brindan los largos paseos por las calles de New York. Si no siempre te quedará la opción de montar un grupo con otros 3 jugadores, amigos o no, mediante un matchmaking que funciona extraordinariamente bien al menos en las 20 horas que he jugado en PS4, algo que no esperábamos de primeras estando detrás el logo de Ubisoft que últimamente fabrica mejores memes que juegos. Excelente el trabajo de Massive Entertaiment en lo que respecta a la infraestructura online del título.

Mucho me queda todavía por recorrer en The Division pero mi mayor miedo es haber visto en 20 horas lo mismo que seguiré viendo incansablemente durante unas 80 más. Me vais a permitir que vuelva a las comparaciones con Destiny para remarcar que el de Bungie sufría los mismos problemas que la última obra de Massive, sin embargo Destiny conseguía engañarnos con cada avance en sus historia principal, con cada planeta nuevo, con cada raza nueva esperábamos que algo cambiara la monotonía de avanzar y combatir contra oleadas de enemigos. The Division es más honesto y eso juega en su contra, te muestra todas las cartas demasiado pronto y descubres que si no te has divertido en 5 horas no lo harás en 100. Ni siquiera la progresión del personaje, un elemento que como os conté unos días valoro mucho en los mundos abiertos, parece que vaya a cambiar radicalmente nuestro avance en la campaña por una serie de decisiones en las profundizaré cuando os traiga el análisis completo de esta desventura militar, Hasta entonces, que la paciencia nos acompañe.

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