Telltale se ha convertido en una magnate de los videojuegos. Imagino a los jefes del estudio como gordos capitalistas con sombrero de copa buscando productos pop que pasar por su máquina de hacer aventuras gráficas. En su colonización de todo lo popular han llegado a fijarse en Minecraft. Ahora se han vuelto a fijar en la saga que les dio la gloria.
Y es que, cuando nadie conocía a Telltale, la franquicia de Robert Kirkman, quizás una de las epopeyas más grandes del cómic reciente, fue el trampolín que les llevó a la fama. La manera de plantear los juegos de Telltale les permite encontrar resquicios en cualquier obra previa donde crear sus propias aventuras. Con su primera adaptación del cómic de Kirkman optaron por expandirlo y contar una historia que no habíamos visto ni en los cómics ni en la serie de televisión. Con Clementine crearon una de las relaciones más potentes que hemos podido vivir en los últimos años y lograron ponernos a más de uno entre las cuerdas a la hora de decidir.
La vuelta de Telltale al universo kirkmaniano no sucede como un ejercicio de creatividad narrativa dentro de lo conocido sino que optan por contar con la red de seguridad que supone tener a Michonne de protagonista. La compañía ha puesto los ojos en uno de los personajes más potentes del cómic y de la serie de televisión. Un personaje que en los últimos números de la publicación en papel se ha convertido en indispensable y que ha abierto los horizontes de la ficción hacia una nueva dirección (algo a lo que Kirkman nos tiene acostumbrados).
La miniserie de tres capítulos busca profundizar en el pasado del personaje antes de que se una al grupo de Rick y compañía. Si uno no es lector de los cómics descubrirá en los primeros minutos EL SPOILER sobre Michonne, un spoiler que, obviamente, no comentaré aquí pero que se limita a contar lo que ya sabemos los lectores de la obra de Kirkman. A partir de ese momento la aventura de Michonne discurre por otros derroteros y nos llevará, suponemos, hasta momentos antes del encuentro con Rick.
El primer capítulo comienza con uno de los momentos más potentes a nivel de montaje, ritmo y narrativa de la compañía. No quiero extenderme en esto porque, recuerden, es el gran spoiler del juego pero son unos minutos de buen ritmo y una manera muy sutil de contar el suceso. Sin embargo, apena ver que más tarde el juego deviene en algo más bien soso. No viviremos la carga dramática que tenían las aventuras de Lee y Clementine a pesar de encontrarnos ante un desesperado intento de mantener el modus operandi del título. Sí tendremos que tomar decisiones, sí tendremos que salvar o no a alguien, mentir o contar la verdad o responder acorde a nuestro personaje o no pero todo ello parece estar vacío. Sentimos que es una película que ya hemos visto. Mantenemos una conversación en una dirección sabiendo que más tarde nos harán elegir entre mentir sobre lo dicho o no… Telltale se niega a modificar ninguno de sus pilares básicos y esto llega a resultar cansino.
En esta ocasión Telltale parece hacer un breve intento de acercarse a un ritmo más frenético y presentar más momentos de acción acordes al personaje pero no termina de funcionar. Tenemos un motor con más de diez años a sus espaldas y unas mecánicas basadas en la misma combinación de botones una y otra vez. Aunque este viraje hacia la acción nos llega a dar algún buen momento de ritmo y de montaje sentimos que es insuficiente.
Este primer capítulo de The Walking Dead: Michonne, In Too Deep, apunta hacia una aventura continuista con el trabajo de Telltale y hacia un desaprovechamiento de uno de los personajes más potentes de la saga. En ningún momento llegamos a sentirnos verdaderamente en la piel de Michonne a pesar de los intentos del capítulo por mostrarnos las heridas de la superviviente. Esperemos que los próximos episodios sepan sacar verdadero provecho de Michonne aunque Telltale parece demasiado acomodada en su modo automático de realizar juegos. [65]