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11 de marzo

Japón

Se supone que ahora debería estar escribiendo un análisis de un juego. Se supone que ahora debería estar retocando código para una web, o jugando un rato, o tal vez relajándome viendo una película, pero no puedo. No me sale. Ahora no.


Hace unos días, el viernes pasado, me levantaba con la mente puesta en lo sucedido hace siete años atrás, en mi ciudad, en Madrid. Siete años dan para aliviar muchas dudas y muchas conciencias, sobre todo, las que no han sufrido directamente una tragedia. Como yo. Entonces, te sostenías en pie porque tenías que sostener a los que más lo necesitaban. Un estado de estupefacción, de incredulidad, de no saber que esta pasando, de no saber que sucede en realidad. Si realmente está ocurriendo.

Sólo te da tiempo a hacer unas llamadas, saber que todo al que conoces está bien. Llamar a tu hermana y decirle que por nada del mundo se mueva de donde está. Que está sucediendo algo gordo, no sabes aún qué. «No te muevas y permanece tranquila», mientras tú mismo no lo estás, mientras pasa el día y cada vez lo estás menos ante lo que ves, ante lo que oyes.

Hace siete años fue la estupidez humana la que se llevó 200 vidas por delante y tuvimos que afrontarlo, y recibimos ayuda para hacerlo del resto de pueblos. Recibimos moral, cariño, ánimo para levantarnos y para ayudar a los que más lo necesitaban esos días: las familias de los afectados. Siete años… siete que te hacen olvidar cosas y formas de comportarte que no deberías obviar cada vez que te levantas. Cada día.

Este viernes pasado, me levanté pensando en eso y como cada mañana, puse la radio para continuar con mi habitual rutina. Vestirte, desayunar, coger el transporte, ir al trabajo… hasta que la casualidad, esa casualidad que coincidió con la terrible estupidez cometida hace esos siete años, volvió a coincidir esta vez, pero más lejos, en Japón. Y no por la ignorancia o la estupidez humana, sino por la sabiduría de la naturaleza.

Japón no olvidará nunca este 11 de marzo. Igual que algunos no olvidamos ese otro 11 de marzo. Un terremoto de dimensiones desproporcionadas, junto a un Tsunami de los más grandes de los últimos decenios, arrasaban todo lo que encontraban por delante, en el mejor país preparado para estas desgracias. De nuevo creyendo – al principio – que no era para tanto… una vez más, engañándote a ti mismo según pasaban los minutos, las horas, los días de que la desgracia no era tan grande. Una vez más, rematando el paso del corto tiempo en tu cabeza para hacerte vez que estas equivocado.

Hace pocos años, otro Tsunami se llevó por delante las costas de media Asía. ¿Por qué debíamos confiar que ahora sería menos, sólo por ser Japón?. Los mejores, los más preparados. Ni ante esto puedes estar prevenido. Según van pasando los días, se van contando las muertes por miles. Y lo peor aún no ha terminado. Debido a que las circunstancias, han querido que las dos piezas maestras (terremoto y tsunami) formen un trío mortifero junto a una maldita planta nuclear.

Y todo esto en Japón. Ese país que tanto admiramos, que tanto veneramos. Ese país que ha demostrado en el último siglo como te puedes levantar una y otra vez y ser competitivo, inteligente, honrado. Dos bombas nucleares no pudieron con él. Sus continuos terremotos (el de los años sesenta fue tan devastador como este), tampoco pudo con ellos. Pero que hayan demostrado tener la suficiente sabiduría y valentía para levantarse, no quiere decir que no necesiten apoyo, que no necesiten moral… que no necesiten ayuda. La misma que necesitamos unos pocos años atrás. Pocos comparativamente hablando con la tragedia japonesa que aún no ha terminado estos días. Necesitan animo, necesitan apoyo, necesitan ayuda.

Este blog lleva la palabra Akihabara como título. Eso debería hacernos reflexionar durante unos segundos, minutos tal vez, lo hermanados que se puede estar con aquella sociedad oriental con una simple etiqueta. Un simple nombre. Todos los días escribimos y hablamos de videojuegos, nuestra pasión, bajo el título de un barrio de Tokio. De un un barrio japonés.

No hay que ser hipócrita: los videojuegos ahora son lo de menos, al igual que importa poco la industria electrónica o automovilística. Da igual si se retrasan producciones, o si no sale tal o cual hardware. Da igual ahora mismo todo el aspecto lúdico o mercantil. Ahora da igual todo esto. En serio. Ahora importa la gente.

Hoy sólo tengo ganas de saber que pasa allí, como si todo aquel lejano pueblo, fueran mis vecinos o mis amigos. Porque incluso si no conoces a la gente, pero la respetas por su forma de ser, por su forma de comportarse ante los éxitos y las desgracias, no puede más que sentir empatía por ellos.

No sé como ayudar, no sé que puedo hacer. Otra vez me invade el estado de estupefacción. Otra vez este sentimiento… Tal vez crea que este pequeño texto va a valer para algo. De nuevo me auto-engaño. Quizás se así. Seguro que es así.. pero debía hacerlo. Porque hoy no tengo ganas de hacer un análisis, de maquetar html, o de jugar a un juego.

Hoy no me sale más que una cosa: Ánimo Japón.

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