Análisis de Las desventuras de P.B. Winterbottom (Xbox 360)

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¡Alabemos todos los juegos descargables! No me puedo ni imaginar lo que sería el videojuego actual si no fuera por los distintos servicios de descarga online que nos permiten disfrutar a un precio más que ajustado de ideas innovadoras y experimentos jugables insólitos que de otra forma jamás habrían visto la luz.

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Es el caso de Las desventuras de P.B. Winterbottom, publicado por 2K Play, que con un entrañable apartado gráfico, una banda sonora repleta de atmósferas de jazz y cabaret y un estilo de juego marcadamente propio nos ofrece una experiencia que si bien no resulta totalmente innovadora, sí que es fresca, entretenida, adictiva y dificultosa.

No podemos negar que el glotón de Winterbottom ha mascado de esa obra magna del videojuego actual que es Braid. De él toma su peculiar estilo gráfico, ciertos parámetros jugables o la presencia de portales que sirven para dividir los niveles. Y aunque, digámoslo ya, la obra de The Odd Gentlemen no alcanza los niveles de calidad de Braid en ningún momento ni lo supera en ningún aspecto, sí que se atreve a dar un paso más allá en la concepción de los puzzles espacio-temporales.

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A través de distintos niveles, con un diseño artístico exquisito realizado en blanco y negro al que se le suman ligeros toques de color, debemos ayudar a Winterbottom a recoger pasteles. Para ello sólo tiene una ayuda: sus clones. Un número variado de réplicas de sí mismo, con un máximo de unidades en cada nivel, que nos ayudarán a lograr las dulces recompensas. El sistema de juego es sencillo: grabamos la acción que deseemos mientras pulsamos el gatillo derecho y en el mismo momento que lo soltamos un clon repetirá infinitamente (a menos que le demos un golpe) la acción que hayamos grabado.

Cada nivel tiene un número limitado de clones que podemos utilizar, habitualmente entre uno y seis, que nos ayudarán a lograr superar cada fase. Podemos utilizarlos para mover palancas mientras estamos en otro lugar, para que pulsen botones, para que pasen por las puertas que el original Winterbottom irá abriendo, para subirnos encima de ellos, para lanzarlos por los aires… A medida que progresamos el asunto se va complicando y no sólo tendremos que usar de forma inteligente a los clones, sino que tendremos que recoger los pasteles en determinado orden (acabo de recordar las mechas encendidas en Bomb Jack) y superando distintos desafíos.

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Cuando consigamos superar los niveles normales (lo que depende única y exclusivamente de nuestra capacidad para comprender la mecánica de cada nivel y ser capaz de ejecutarla con la velocidad requerida) podemos jugar a los desafíos en los que nuestra mente ya será desafiada hasta límites fuera de lo normal. Y ese puede ser el mayor problema de Las Desventuras de P.B. Winterbottom: su dificultad. En ocasiones es muy complicado. Pero es de esos juegos en los que una vez has apagado la consola pensando “joder, no consigo pasármelo”, estás varias horas después dándole vueltas a cómo resolver determinado nivel. Y eso, en un juego de puzzles, es toda una garantía de calidad. Si os gustan los desafíos mentales, Braid os puso palotes y estáis hasta la coronilla de pum-pum y pam-pam regalaos un descanso con él. Merece, y mucho, la pena.

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