Desde que soy padre no soy capaz de digerir los juegos o películas que tratan temas relacionados con las penurias de los niños. No he podido ver la nueva película basada en el libro «IT» de Stephen King y no pude disfrutar de This War of Mine: The Little Ones.
Las víctimas inocentes
Con A Plague Tale: Innocence pensaba que iba a pasarme lo mismo. La primera toma de contacto es muy dura, porque el juego te pega una hostia rápidamente con su dramático argumento. Aparte, los visuales no enamoran de buenas a primera precisamente.
Luego, vas jugando y te vas encariñando de los personajes, sobre todo del niño pequeño. Cada muerte te duele tremendamente, porque joder, son niños, no sargentos del ejército ni intrépidas buscadoras de tesoro. La primera vez que murieron, por ejemplo, fue un auténtico zasca en toda la boca. Joder, cómo se había atrevido alguien a plantearte algo tan brutal, incluso con la sensación de que los desarrolladores han incluido un punto de ensañamiento en las animaciones. Y el tono se mantiene a la hora de recrear el mundo y la forma en la que los niños protagonistas lo perciben. Todo es crudísimo, una colección de puñetazos a la boca del estómago. En A Plague Tale: Innocence no hay lugar para edulcorantes a lo factoría Disney.
Más tarde, a medida que vas progresando en la aventura, comienzas a valorar lo que estás presenciando: los preciosistas gráficos, capaces de generar una atmósfera única, el gran trabajo de los actores de doblaje, con un inglés con acento francés muy marcado o la historia en si, que es de muchos quilates. Mención especial para los cuidadísimos efectos de sonido, y a la banda sonora, emotivísima y muy cuidada, manteniéndose a la altura de la personalidad gráfica y de la historia de A Plague Tale: Innocence.
No todo brilla bajo el sol
Por desgracia, las mecánicas de infiltración y de combate – que la niña se sabe defender – me han resultado muy aburridas y faltas de inspiración. Como en otros tantos juegos, A Plague Tale: Innocence tiene muy buenas intenciones, pero falla en un elemento clave. En el caso que nos ocupa, es en la jugabilidad, falta de chispa, en mi opinión, no triunfando en el difícil arte conseguir atar al jugador a la consola por motivos jugables. En cierta manera, adolece de los mismos problemas que To the Moon, esa historia interactiva tan maravillosa como falta de ideas en la faceta jugable.
Aquí, no obstante, se las apañan para convertir la infiltración y el uso de una honda como arma en el epicentro de la interactividad de A Plague Tale: Innocence. He de reconocer que eso de ver a una niña, con su hermano enfermo, es capaz de colarse entre las fuerzas de la Inquisición, o de ser capaz de eliminar a caballeros solo con piedras me chirriaba mucho al principio. Luego le coges la gracia, pero la verdad es que te desconecta un poco del pretendido escenario histórico en el que transcurre el juego.
Conclusión
En cualquier caso, creo que A Plague Tale: Innocence merece la pena ser probado por su capacidad de generar una emotiva atmósfera capaz de trasladarte a un mundo en el que lo único importante es salvar a tu hermano pequeño enfermo en un mundo hostil. Y que un videojuego lo consiga de una forma tan efectiva no es un recurso emotivo fácil, sino que es un logro del medio.