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Análisis Captain Toad: Treasure Tracker para Wii U

2014 termina con un título que esperábamos para los primeros días del próximo mes. La sobremesa de Nintendo pone el broche de oro a un curso marcado por los grandes lanzamientos, donde los simio con corbata, caparazones azules, brujas de umbra y algún que otro mamporro visten sus mejores galas. Es el turno de Captain Toad: Treasure Tracker.

Como siempre me gusta hacer, echemos la vista atrás antes de comenzar para comprender de la mejor forma posible el leitmotiv de este título, que sin dejar de ser un spin off del universo Mario, es una nueva propiedad intelectual para los de Kyoto. ¿El resultado? Hay que probarlo por uno mismo, porque sí, merece la pena.

Es necesario remontarse al año 2013, durante aquel E3 que se convertiría en la primera feria angelina en la que la compañía liderada por Satoru Iwata abandonaría el formato presencial, apostando por una grabación que aglomeraba toda la información de una hora y media de conferencia en poco más de treinta minutos cargados de juegos, fechas y anuncios, hablamos del Nintendo Direct.

Ese día todos supimos que Nintendo estaba en una tesitura de jaque donde ellos tenían que mover ficha; cualquier movimiento equivocado iba a suponer la precoz muerte de un sistema cargado de buenas ideas aunque limitado técnicamente, viendo además que la competencia directa ya decía, casi a gritos, que sus consolas de nueva generación supondrían un salto significativo con respecto a lo que les daba de comer en esos momentos. Uno de los ingredientes para crear la pócima que terminaría salvando a Wii U fue Super Mario 3D World, con un tráiler completamente decepcionante.

Mientras que Mario Kart 8 brilló con luz propia, dejando a propios y extraños alucinando con un apartado audiovisual realmente espectacular, lo nuevo del bigotudo careció de chispa, todo motivado por una mala elección en las imágenes y componentes de dicho tráiler. No obstante, hubo que esperar al mes de octubre para que el dédalo en que se encontraba 3D World encontrase su camino, y es que ese adelanto donde las sombras chinescas, saxofones y detalles que guiñaban el ojo a casi todo título de la saga hicieron que la opinión cambiase radicalmente, dejando así para el recuerdo uno de los pilares de la consola según tanto la crítica especializada como el usuario en sí mismo.

Fue éste tan bueno que se atrevió incluso a incluir una suerte de minijuegos donde controlaríamos al que hasta ahora había estado relegado a un segundo plano, consejero eterno y miembro más en el abanico de corredores o participantes en los juegos de turno. Esa idea, finalmente, ha sido materializada por los mismos desarrolladores y hoy, por suerte (quién lo hubiera dicho…) tenemos Captain Toad: Treasure Tracker en las estanterías. La propuesta pone sobre la mesa varios géneros cuyo nicho de mercado no es para nada el más generalizado y explotado, por lo que estamos jugando con un arma de doble filo, ya que el resultado final se antoja único pero el número de personas que lo van a terminar disfrutando es tremendamente menor que cuando se apuesta por “lo mismo de siempre”.

Pero es que Captain Toad no es solamente una mezcla entre estrategia, puzles, plataformas, exploración y mucha alegría y magnificencia artística, sino que trata de dignificar el uso del Gamepad con alguna que otra idea que más tarde comentaremos. Al poco de iniciar la partida veremos una pantalla de presentación en la que todo nos quedará completamente claro; Toad y Toadette se encuentran en la búsqueda de un tesoro, pero como no podía ser de otra manera, una serie de imprevistos harán de la situación un quebradero de cabeza, nunca mejor dicho. En entonces cuando comenzamos el primer nivel, olvidaos de tutoriales estúpidos y fases insustanciales donde la única pretensión es convertir la curva de aprendizaje en un auténtico puré acompañado de una cuchara mecánica.

Nada de eso, agarra el Gamepad con tus manos y sumérgete en la propuesta, déjate guiar por los consejos que se irán mostrando en la pantalla para conocer qué hacer, pero no cuando, aspecto intrínseco en cualquier juego de Mario que se precie.

Así pues, comienza a mover los joysticks del mando con brío, date cuenta de que no estamos sino con un enorme diorama levitando vete tú a saber dónde. Una cámara de trescientos sesenta grados para el stick derecho por una simpática seta bípeda con mochila para el izquierdo. Ojo, Toad no puede saltar, puesto que sus espaldas están cargadas de aprovisionamiento y, por qué no, alguna que otra pieza bastante lujuriosa. El objetivo primordial es llegar al final de cada nivel, encontrar la estrella que nos permitirá avanzar a la siguiente página del libro, ya que la división se ha realizado de esta manera –tenemos tres libros que completar, cada uno de ellos con sus características propias, bien diferenciadas y gradualmente más complejo-. Pero en el camino tendremos mucho que hacer; además de estar a la retaguardia constantemente evitando a los Shy Guy (que llevan pegado a su cuerpo un imán del polo contrario al nuestro), Goombas, Hammer Bros, etc.

A su vez, nosotros mismos seremos los responsables de la mayor parte de vidas que perdamos debido al hecho de que la mayor parte de los límites de los escenarios no presentan una pared invisible que nos permitirá chocar con tranquilidad, sino todo lo contrario, de modo que habrá que estar muy, muy pendientes de la perspectiva que tomemos con la cámara para no caer por el precipicio. Vamos a profundizar un poco en esto porque es, para mí, la mayor lacra del título. No me malinterpretéis, la cámara es precisa como ella sola, pero no siempre es buena idea brindar una libertad total de movimiento de la misma para que nos sintamos más partícipes en la experiencia jugable.

En ocasiones hubiese sido muy de agradecer un recorrido inteligente de la posición del personaje, pilar fundamental que no debemos perder nunca de vista, pues he ahí el quid de la cuestión. Al ir acomplejándose cada vez más los niveles que componen la aventura, el número de elementos mostrados en pantalla de forma simultánea es igualmente mayor, de forma que en ocasiones perderemos, literalmente, la estela de Toad o Toadette –también controlable aunque no diremos cuándo, cómo o por qué-.

Todo esto supone que haya momentos en los que la posición actual de nuestro personaje quede tapada por algún elemento inesperado, obligándonos a mover rápidamente la posición de la cámara, aunque en muchos casos ese lapso de tiempo hará que lleguemos tarde y seamos golpeados. Para evitar este inconveniente se ha dotado a los botones L y R la posibilidad de girar en cuestión de milésimas unos 90 grados, incluso en ocasiones quedará justo tras la espalda del protagonista, y se agradece mucho. Sin embargo, cuando empecemos a dominar este sistema estaremos cada vez más cerca de ver los créditos finales, por lo cual el sabor es cuando menos agridulce.

Dejando esto claro, vamos a frotarnos las manos porque viene lo verdaderamente interesante y brillante de la obra, como es su control y experiencia jugable. Con la premisa de que comenzaremos en nuestra forma convencional –algo así como Mario con un Champiñón Rojo-, al ser golpeados nos convertiremos en una diminuta y enternecedora cabeza con piernas, pero como la empatía no es algo generalizado en ese mundo paranormal en que tiene lugar la pericia, habrá que andarse con cuidado.

El control es, sencillamente, perfecto. Se nota mucho quiénes han estado tras el desarrollo, porque cuando decimos que el movimiento de nuestro personaje es milimétrico, con lupa, no exageramos un ápice. Cabe decir que no todo se trata de ir en un camino hasta el final, sino que tendremos que mover plataformas de sitio, subir y bajar escaleras para acto seguido volver a subir y bajar más escaleras. La consecución de diamantes es capital para avanzar en según qué momentos; al igual que en 3D World y los inmediatamente anteriores a éste, habrá que conseguir un número determinado de estrellas –en este caso, diamantes-, para pasar de página. Es por ello que se antoja necesaria la consecución de todos cuanto sea posible, y no es moco de pavo.

Habrá algunas fases, sobre todo las del primer libro, en las que la tarea de encontrar dichos elementos será cuestión de dar vueltas a la cámara despavoridamente hasta que demos con su posición espacial y nos dirijamos a ese punto en concreto, mientras que con el paso de las horas tendremos que saltar sobre un topo-lanza-nabos, que desbloqueará una llave junto con su desaparición, lo cual nos hará cargar con la llave, lanzarla a una plataforma que subirá unos metros tras soplar al gamepad al tiempo que subimos por otro lado, cogemos la llave recién llegada de allá donde la depositamos, de forma que ahora solo quedará esquivar a un puñado de Shy Guy y abrir una puerta. Y esto es solamente un ejemplo, sobre la marcha, de lo mucho y bueno que puede llegar a ofrecer la fórmula de este Captain Toad: Treasure Tracker.

Hay detalles que lo hacen todavía más complejo e interesante, como que el hecho de no poder saltar no sea el único inconveniente, sino que al sostener una llave no podamos correr, algo que sí podemos hacer en condiciones normales. Si intentamos correr –pulsar B– mientras sostenemos un nabo u otro elemento manipulable, lo lanzaremos, y ojo, hay que tener cuidado, porque la superficie no mostrará uno nuevo si fallamos el dirigir nuestro lanzamiento, así como otros elementos, siempre temporales. Las monedas tampoco son baladí, pues nos servirán para conseguir vidas, un tema que se ha tratado con sumo respeto y que da esperanzas de cara al futuro en los títulos de Super Mario Bros. ¿Soy el único que ha terminado las aventuras del fontanero con centenas de vidas desde New Super Mario Bros. (2006, NDS)?

En este caso, nada de eso. Comenzaremos con menos de cinco y para conseguir un puñado considerable de ellas habrá que ser bastante hábil. De hecho, no serán pocos los momentos en que nos encontremos entre la espada y la pared, algo que podrá hacernos perder todo el progreso en la última fase en que nos encontrásemos. Como podéis ver, la penalización es mínima motivado por no dividir el juego en mundos sino en páginas dentro de un libro; no hubiese estado de más obligar al jugador a volver a recorrer algunos que otros niveles, ya que en ese sentido la preocupación por no morir es más bien una cuestión temporal que verdaderamente relevante. En cualquier caso, de vez en cuando desbloquearemos niveles extra en los que conseguir en un tiempo limitado todas las monedas de oro que podamos, y ya sabéis como funciona esto, cada cien monedas, una vida.

Antes de llegar al apartado audiovisual, es necesario hacer todavía más hincapié en otros elementos que hacen de la experiencia algo realmente satisfactorio, puesto que la herencia de Super Mario 3D World no es solamente estética, sino que se toman prestados ítems como la cereza, una auténtica maravilla. Si controlar a un solo Toad es en ocasiones complicado al estar constantemente en el punto de mira de los Bill Bala, Hammer Brothers, o algún que otro Boo rezagado, tener que dominar a dos de ellos es tan gracioso como desafiante. La idea es sencilla, intentar aumentar lo máximo que podamos el número de personajes que controlar para, acto seguido, subir en plataformas que nos permitan conseguir ese diamante escondido a inalcanzable de otra manera, elementos ocultos, etc.

Supongo que vosotros también os habréis dado cuenta de que la rejugabilidad está escrita a fuego en la esencia del título, no solamente porque será harto complicado terminar a la primera vez con los tres diamantes, sino porque al terminar el mismo y pasar al siguiente, aparecerá un desafío para el recién finalizado. Por poner un ejemplo, en aquellos en los que haya que mover plataformas de sitio para avanzar, nos dirán, indirectamente, ¿ah sí?, pues ahora inténtalo sin hacer más de diez movimientos. Es entonces cuando echas cuentas y te das cuenta de que tú habías hecho una treintena de ellos. En otro caso, nos dirán que volvamos para reunir más de ciento cincuenta monedas, y os puedo asegurar que no es fácil.

Para recapitular, decir brevemente que para completar una fase al cien por cien será necesario terminarlo en varias ocasiones, conseguir los tres diamantes, hacer la tarea oculta y, por último, encontrar el champiñón dorado –oculto en la primera vuelta- que nos dará cincuenta monedas y pondrá un estampado en la página en cuestión que indicará que todo ha sido hecho. Imaginad para completar el juego con sus más de setenta niveles. Cuidado.

El uso del Gamepad es muy interesante, sobre todo en aquellas ocasiones en que nos inmiscuyamos en una misteriosa mina. Estos escenarios serán sobre raíles y tendremos que dejar de mirar la pantalla del televisor para fijarnos en la del mando, la cual mostrará con todo detalle la perspectiva del explorador. Podemos movernos tanto con el giroscopio como con el joystick derecho, algo disponible también en los niveles convencionales, pero es algo engorroso, a decir verdad. Otros usos interesantes son aquellos en que tengamos que tocar las plataformas movibles, aunque en estos lo más recomendable será no quitar ojo de la pantalla secundaria para no tener que marear nuestra cabeza constantemente mirando a una y la otra.

Los jefes finales no serán demasiados, pero su espectacularidad visual y carisma demuestran que Wii U no pasará a la historia por sus ventas desorbitadas pero sí por lo bien que dieron el salto sus franquicias a las tres dimensiones. Aprovecho entonces para decir que gráficamente el título se ve de maravilla, con una tasa constante de 60 frames por segundo y 1080p, las sensaciones son inmejorables. He perdido la cuenta de los proyectos de la factoría nipona con estas características, y acostumbrarse a esta fluidez, esta sensación de que el producto ha sido terminado con tiempo, sin un solo bug, diente de sierra o error de cualquier tipo, es algo te da muchísima tranquilidad a nivel de usuario. La paleta de colores es enorme, destacando por encima del resto los verdes, rojos, azules y blancos, al igual que en aquel del que proviene. A nivel sonoro no es Mario Kart 8, pero eso es posiblemente algo que hubiese elevado exponencialmente el coste para desarrollar un –no nos engañemos- proyecto menor dentro de las oficinas de Kyoto, lo cual no quiere decir que no vayamos a escuchar unas melodías que acompañan a la perfección todo lo mostrado en pantalla en cada momento.

Por último, mencionar brevemente la posibilidad de jugar más de una veintena de fases procedentes de 3D World en caso de tener una partida guardada éste, a escala 1:1, pero con la diferencia de que ahora nuestra tarea será conseguir el mayor número de monedas posible hasta alcanzar la meta. Personalmente me ha parecido una inclusión algo insulsa, un corta-pega sin la chispa que tiene el producto en su concepción inicial y que lo único que conseguirá, al menos en mi caso, será que saquemos a relucir aquel juegazo y disfrutar de aquellos escenarios como se debe y merece.

Conclusiones

Captain Toad: Treasure Tracker nació de forma inesperada, como resultado de una idea preconcebida que, si bien podría haber sido lanzado en formato digital, el esfuerzo por explotar al máximo las posibilidades de una fórmula brillante ha dado lugar a un más que meritorio disco con su carátula y artworks oficiales, un juegazo como la copa de un pino que ha llegado sin hacer ruido, sin querer competir con nadie ni acaparar las cámaras que otros llevan sobre sí solamente por su nombre.

Wii U recibe por tanto un nuevo imprescindible en su catálogo, que ni mucho menos motiva la compra de la consola pero sí da valor a la adquisición de la misma; no encontraremos nada igual en las tiendas, se trata de un género que no gustará a todo el mundo pero que su accesibilidad desafía, una vez más, a los más escépticos. La curva de dificultad y aprendizaje merecen un párrafo aparte, así como la cantidad de niveles, que nos harán disfrutar de más de siete u ocho horas de diversión, todo ello sin tener en cuenta que habrá que revisitar todos ellos para hallar elementos ocultos.

No todo es canela, pues la cámara requerirá de mucha precisión por nuestra parte, su acostumbramiento avanza más lentamente que el ritmo natural de la aventura. Tampoco se hace un uso excesivamente interesante del Wii U Gamepad, aunque sí entretiene y da frescura a la partida. Su precio reducido (menos de 40 euros) lo convierten en una opción esencial para la consola, con la pega última de no tener multijugador. Si tienes pensado enfrentarte a una aventura solo, que te desafíe sin llegar a frustrarte pero sí sorprenda en muchos sentidos, no lo dudes, Captain Toad, es tu juego. [84]

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