Borderlands pasó del anonimato a las portadas de medio mundo gracias a una inversión millonaria que maquilló el proyecto con un look cell-shading que le queda a las mil maravillas. En la Games Convention de Leipzig pude asistir a una demo antes de que el engine cambiara de aspecto y sinceramente, el juego tenía una pinta más bien común. La pasada GamesCon, ya con el reluciente cambio de look activo, babeé considerablemente con él.
Ahora, tras haberlo jugado durante unas cuantas horas, me he encontrado con cosas que no me han gustado, pero lo que más me llamaba la atención, la fórmula de shooter RPG en el que hay que matar hasta al apuntador y así subir de experiencia, está ahí. Y de qué manera.
Borderlands parece evocar a un título de la primera Xbox, Brute Force, al menos en su espíritu de juego cooperativo. Pero cuando uno se adentra en el juego de Take 2 descubre que aquí hay casi más de MMORPG que de shooter. De lo que se trata es de completar misiones/quests, conseguir experiencia, recopilar armas y… Poco más. ¿Pero acaso hace falta algo más?
La gran virtud de este Borderlands, que incluso antepongo a su modo multijugador, es el hecho de que, a pesar de nacer con la coletilla de que es un RPG, se controla exactamente igual que un Call of Duty. Acción a tope desde el primer minuto. La diferencia radica en que al principio nuestros disparos no causarán demasiado daño, al menos en un principio, pero a medida que vayamos subiendo al personaje de nivel ésto irá cambiando paulatinamente. Y como nos piquemos para subir de nivel, estamos perdidos, porque las misiones no se acaban. Casi literalmente.
A nivel visual Borderlands es muy curioso de ver. No va a pasar a la historia como una referencia gráfica pero su estilo de cómic le queda que ni pintado, incluso cuando el gore hace acto de presencia. Además, su look queda que ni pintado con el estilo de personajes que aquí hacen acto de presencia: Aspecto cachondo pero con crueles intenciones. Más sobre la ambientación: El doblaje está genial. Todo está en castellano y los actores de doblaje que se han utilizado han realizado un grandísimo trabajo. En cuanto a los efectos de sonido – me perdonaréis el topicazo – cumplen su cometido a la perfección.
Lo peor, sin duda, el respam de personajes, el que los enemigos vuelvan a aparecer una y otra vez en las mismas áreas, algo que elimina la sensación de que realmente estamos controlando la situación y que convierte la experiencia Borderlands en una galería de tiro móvil más que en una aventura persistente, por así decirlo. Y el que las misiones, en su gran mayoría, consistan en recolectar objetos desperdigados por los escenarios o en liquidar a unos cuantos enemigos, no ayuda precisamente a que el jugador se sienta en parte de una historia épica. Para que nos entendamos, Borderlands es la antítesis a la inmersión que proporciona un Fallout 3, título con el que comparte inspiración postapocalíptica y un sistema de misiones similar en concepción.
Borderlands es un vicio, V-I-C-I-O, con todas las letras. El subir de nivel, cual sistema de logros o puntos del carrefour, siempre es adictivo, pero aquí esa adicción se dispara gracias al sistema de generación aleatoria de armas, que provoca que estemos comparando de continuo las estadísticas de las herramientas que localicemos con las que ya contamos en nuestro arsenal. Este sistema de experiencia y equipamiento, que bebe directamente de los MMORPG, consigue aliviar el lastre que supone la poca variedad de misiones, escenarios y enemigos, y convertir las partidas a Borderlands en momentos de ocio que no querréis que finalicen. Sin ir más lejos, yo no quería jugar más de 2 horas para analizarlo y ya he perdido la cuenta de las que llevo…