Icono del sitio Akihabara Blues

Análisis de Cursed Mountain para Wii




Emitir un veredicto sobre un juego como Cursed Mountain es complicado. Complicado porque supongo que por la temática – ¿Cuántos juegos de escaladores en el Himalaya conocéis? – seguro que tiene unos sus defensores. Yo mismo seguía sus evoluciones con el rabillo del ojo y en cuanto salió a la venta me acerqué sin prisa pero sin pausa a la Wii, lo introduje y me dispuse a dejarme empapar por él. Ahí acabó el embrujo: Cursed Mountain me ha decepcionado muchísimo.

A nivel técnico no es ninguna virguería, pero no está del todo mal. Como se suele decir, los gráficos cumplen su propósito. Los escenarios son pequeños pero las texturas no están mal, el modelado de los personajes no es para tirar cohetes pero tienen detalles reseñables, la historia hace gracia en un principio, el doblaje no está mal (aunque no recoge los acentos que se supone por la procedencia de los diferentes personajes)… Y ahí, por desgracia, acaban sus virtudes.


Quizá lo que acaba condenando Cursed Mountain sea lo mal que desarrolla su historia y presenta a los personajes: Todo a trompicones. Las secuencias intermedias que – se supone – sirven para aclarar y avanzar el argumento se convierten en una sucesión de imágenes que parecen creadas con el objetivo de causar un ataque epiléptico a los jugadores.

La ambientación intenta beber de la fuente de la serie Project Zero, con apariciones de fantasmas y sustituyendo la cámara de fotografías de la franquicia de Tecmo por un piolet láser ¿?. Por desgracia, la escasa variedad de enemigos, lo poco variado de los escenarios, la poca libertad que se da al jugador y la desconexión casi total con el argumento acaba condenando a un título que prometía mucho. Para mi, una de las decepciones del año.

Salir de la versión móvil