Apenas un año después de la llegada de Jin Sakai a la anterior consola de Sony, Ghost of Tsushima Director’s Cut es la nueva versión del título de Sucker Punch para PS5. Trae consigo la expansión Isla Iki, mejoras técnicas y además se han añadido gatos al mundo del juego.
Una cuestión de honor
Pasa el tiempo y todavía sorprende que Sucker Punch, el estudio creador de la saga inFAMOUS, apostase por un contexto histórico tan poco explorado —a diferencia del período Sengoku— en los videojuegos como es la invasión de los mongoles en el año 1274. Como bien sabéis, el título se inspiró en una batalla real, protagonizada por el enfrentamiento entre decenas de miles de mongoles y apenas un centenar de samuráis cuyas posibilidades de resistir eran prácticamente nulas.
En Ghost of Tsushima Director’s Cut volvemos a encarnar a uno de los escasos supervivientes de la sangrienta batalla: Jin Sakai, sobrino y aprendiz de Lord Shimura, el jito (Señor) de la Isla Tsushima. No es preciso que reavivemos de nuevo los hechos acontecidos a lo largo del juego, no vaya a ser que haya alguien en la sala que todavía no la conoce y tenga la intención de descubrirla gracias a esta versión remozada. En cualquier caso, ya sabéis que estamos ante una intensa historia marcada por la sed de venganza y la preservación del honor.
El título destacó y se erigió como una de las sorpresas de 2020 gracias a múltiples elementos: la citada historia y su puesta en escena, el excelso trabajo en lo que a dirección de arte se refiere y, sobre todo, por la manera en la que Sucker Punch decidió abordar un sandbox… tratando de alejarse de los vicios en los que acaban cayendo muchos sandbox. La agilidad de desplazamiento, las mecánicas de exploración orgánica y la ausencia de múltiples iconos en pantalla supuso un soplo de aire fresco para el género, y eso dejó un buen recuerdo a muchos jugadores entre los que me incluyo.
Una expansión continuista, pero de calidad
La expansión, disponible tanto en PS4 como PS5, ahonda en el pasado de Jin Sakai, el protagonista del título. Un contenido al que solo podemos acceder tras el final del primer acto y que nos ofrece la posibilidad de disfrutar de un nuevo arco argumental bastante satisfactorio para quienes tengan interés en conocer la historia previa a los hechos acontecidos a partir de la invasión de los mongoles.
En términos jugables, la realidad es que estamos ante media docena de horas de juego bastante continuista, sin grandes novedades a los mandos pero capaz de extender la notable experiencia del juego original y ampliarla moderadamente añadidos como los minijuegos con animales —sí, hay gatitos y a todos nos encantan—, así como los nuevos tipos de enemigos y la posibilidad de conseguir armaduras y objetos inéditos para Jin.
La nueva historia se divide en misiones principales y secundarias que las complementan y aportan detalles sobre el trasfondo del universo del juego. Por supuesto, en lo que a cotas de calidad se refiere, podríamos decir algo así como que «Sucker Punch ha vuelto a hacerlo»; si disfrutaste del juego el año pasado, tienes una cita obligada con Isla Iki. Si es tu primera vez, ahora harás lo propio con una experiencia más completa en lo que a contenido se refiere.
Versión PS5: ¿hasta qué punto podía mejorarse?
El paso por el taller de Jin Sakai ha sido productivo, pero no estamos ante un salto drástico. Más bien, nos encontramos con mejoras lógicas que cabía esperar al mudar la experiencia desde la pasada generación hasta PS5. Tenemos dos modos gráficos entre los que elegir, tiempos de carga reducidos gracias a la tecnología SSD —y eso que ya eran prácticamente inexistentes— y lo más interesante: las nuevas funciones de control que aprovechan las capacidades que nos brinda el DualSense.
En cuanto a modos visuales podemos priorizar la tasa de fotogramas por segundo, que se establece en sesenta y ofrece una experiencia realmente fluida, o la resolución (4K a costa de una tasa menor). Cuestión de gustos, supongo; en mi caso suelo apostar por dar protagonismo a los ansiados 60 FPS, y hay que decir que sientan de maravilla tanto a los intensos combates, como a la exploración, ya que es un gustazo disfrutar de los múltiples efectos visuales que dan color al mundo de Ghost of Tsushima Director’s Cut.
Si nos centramos en cómo se han exprimido las funciones del revolucionario mando de la consola, la realidad es que el trabajo de Sucker Punch es digo de todos los halagos. Los golpes asestados con nuestro fiel acero, las pisadas de los caballos al galopar y otros efectos ofrecen más inmersión que nunca gracias a la fusión de la vibración hátptica con los sonidos emitidos por el altavoz integrado en el DualSense. Con todo, si bien es cierto que no hay un salto drástico como el que vimos en Days Gone, también lo es que estamos ante una versión mucho más completa y sólida que la original.
Otra vez, pero más y mejor
Ghost of Tsushima Director’s Cut es una oportunidad perfecta para cualquier usuario que todavía no ha probado el videojuego original y desee adentrarse en una experiencia de mundo abierto diferente a lo habitual. Personalmente, la aventura de Jin Sakai se convirtió nada más llegar en uno de mis títulos favoritos de 2020; me convenció la sutileza con la que Sucker Punch abordó uno de los géneros más masificados de los últimos años, limpiando la interfaz y evitando bombardear al jugador con exceso de información, así como el empaque de su historia, acorde al salto de calidad que experimentaron los estudios de PlayStation durante la pasada generación. Ahora, gracias a esta versión remozada y expandida gracias a la inclusión de Isla Iki, se convierte automáticamente en uno de los mejores juegos que podemos encontrar en el catálogo de PS5. [90]