Si el título de X-COM no te dice nada, déjame que te diga que se trata de uno de los primeros, sino el primer, juegos de acción táctica por turnos. Sí, lo mismo que en los Final Fantasy Tactics pero con personajes que comen alambre de espino y mean napalm.
Como gestores del Proyecto X-COM, deberemos combatir la amenaza alienígena con todos los medios a nuestro alcance, repeliendo tanto los Ovnis que exploren la Tierra como atacando a las misiones alien que han realizado abducciones o explorando bases alienígenas localizadas en nuestro planeta. Todo con el objetivo de evitar que los invasores consigan desestabilizar a los países que apoyan el Proyecto X-COM sembrando el terror.
Uno de los grandes aciertos del juego es la vinculación que el jugador acabará desarrololando con los miembros del escuadrón X-COM. Así, a medida que vayamos avanzando en las misiones estos irán mejorando su rango y habilidades, por lo que se irá creando una vinculación con ellos que desembocará en algo muy parecido a la tristeza, a la rabia, a la frustración, cuando los aliens acaben con alguno de los hombres y mujeres que están a nuestro cargo.
Y es que perderemos algo más que un efectivo con nombre, cara y nacionalidad específica. Perderemos un soldado con un currículum a su espalda, un historial de misiones y un rango conseguido a base de envar a los aliens a su Infierno. Por eso, a medida que vayamos avanzando en el juego, nos volveremos más cautelosos, por miedo a perder a los efectivos por no asegurar suficientemente las posiciones.
En X-COM Enemy Unknown hay un gran abanico de investigaciones y desarrollos posibles, al más puro estilo Civilization. Así, el recoger muestras en el campo de batalla – cadáveres de alienígenas, restos de armamento, de materiales… – habilitaremos a los equipos médicos a estudiar tecnologías alienígenas que posteriormente los ingenieros podrán desarrollar, construyendo equipamientos que podrán marcar la diferencia en el campo de batalla. También deberemos decidir qué ampliaciones de nuestras instalaciones, gestionando el consumo de la energía y el coste de mantenimiento de la base, algo que, aunque podría parecer trivial, podrá acabar marcando la diferencia.
Para poder llevar a cabo todas las actividades del comando contaremos con la asignación económica que recibiremos de los países que forman parte del Proyecto X-COM. El comando únicamente podrá atender una petición de ayuda cada vez, por lo que el medidor de pánico irá creciendo en los países que dejemos más desatendidos. Así, se podrá producir la situación en la que algunos países abandonen el Proyecto debido a que el nivel de pánico alcance el límite sin que nosotros no hagamos nada por evitarlo. Y si demasiados países abandonan el Proyecto, este finalizará.
Este tipo de estrategia es clave para dotar de una profundidad sorprendente al juego, alejándolo de títulos que únicamente te plantan en el campo de batalla como si no hubiera un mañana y sumándose a las tácticas desplegadas durante el combate en si, teniendo un rol incluso más decisivo que esta por el condicionar el futuro del comando las decisiones que se tomen desde el centro de mando.
En cuanto a la acción en si, controlaremos a nuestro escuadrón con un sistema por turnos durante el cuál podremos aplicar las diferentes acciones disponibles: desplazarnos, permanecer en guardia y atacar automáticamente, lanzar una granada de humo o utilizar alguna de las armas con las que cuente el jugador que estemos manejando en ese turno. Habrá que tener en cuenta que al acercarnos a posiciones en las que se encuentren los enemigos estos entrarán en acción, pudiendo atacarnos automáticamente, por lo que habrá que ir con pies de plomo, asegurándonos que nuestros soldados están cubiertos al finalizar el turno y que no hay peligro por los flancos. Lo normal será pagar la novatada al principio y después avanzar con paso más firme hasta que nos hacemos con una mecánica de acción lo más segura posible. Y es que no tardaremos en darnos cuenta que la mejor garantía de éxito es mantener con vida a todos nuestros efectivos.
Jugablemente es una delicia. Pocos títulos he jugado en esta generación que fueran tan adictivos. Tiene un regusto a juego retro que atrapará irremediablemente a los que estaban por aquí antes de la Generación PSX. De su apartado técnico, por desgracia, no puedo hablar tan bien. A pesar de la simpleza general, tanto en efectos visuales como en modelados de los personajes y de los elementos de su mundo como del limitado tamaño de los escenarios – supongo que para potenciar la acción y evitar dar protagonismos a la exploración – , X-COM Enemy Unknown para PS3 va tan justo que el framerate parece ir a pedales en ocasiones. La carga de texturas tampoco va muy fina y, en este sentido, me ha recordado a Borderlands 2, un juego con el que comparte, además de productora, una gran capacidad de entretener y un apartado técnico tirando a justito.
Los cumplidos vuelven si hablamos de la fantástica localización de X-COM Enemy Unknown. Todo está en castellano, destacando por encima de todo el fantástico trabajo actoral en el doblaje. A diferencia de Halo 4, un título que he tenido la oportunidad de disfrutar recientemente, aquí los personajes cuentan con voces acordes con su aspecto y posición. Además, la interpretación es equiparable a la de un doblaje de cine. Aquí 2K lo ha bordado.
Firaxis ha realizado con éxito un doble salto mortal. Por un lado, ha salido indemne de la arriesgadísima jugada de reeditar un título de acción táctica por turnos lanzado hace casi 20 años. Por otro, se ha atrevido a lanzarlo en consolas, desafiando a los tradicionales problemas del control de estas máquinas con los juegos de estrategia. Así, el control no le resta méritos, al contrario, a un juego que sorprende y engancha, aunque por su limitado apartado técnico le resta galones. Una joya de la que, a pesar de sus carencias visuales, me he enamorado irremediablemente. [85]