Confieso que compré Everybody is gone to the Rapture sin tener ni idea de qué iba o a qué género pertenecía. En mi cabeza me había montado la película de que iba a ser algo parecido a Bioshock y lo que me encontré fue un Dear Esther. Normal, son los mismos creadores. La mala noticia, a priori, es que Dear Esther se me indigestó.
Nota: Cuanto menos sepas del argumento de Everybody is gone to the Rapture, mejor. En este análisis no hay spoilers, pero tenlo presente a la hora de buscar más información del juego.
De Dear Esther me derrotó su tranquilidad, su fórmula contemplativa y, sobre todo, su estilo de prosa, que se me hizo muy pesado. Tampoco le di muchas opciones, lo reconozco. Imagino que si te cuento a que gracias a este Everybody is gone to the Rapture le voy a dar un nuevo tiento a Dear Esther te harás una idea de lo que me ha parecido el último juego de The Chinese Room: un, para mi, título indispensable del catálogo de PS4, un magnífico complemento a propuestas Triple A. Me resisto a catalogarlo de título de fondo de armario, porque jugarlo es una experiencia tan gratificante que me siento muy tentado de repetir de nuevo en el futuro.
Everybody is gone to the Rapture es, básicamente, un paseo relativamente libre por el ficticio y aparentemente abandonado pueblo de Yaughton, con el objetivo de descubrir qué ha pasado con sus habitantes. Para ello recorreremos la localidad, bien a nuestra discreción o siguiendo una misteriosa luz que nos indicará el siguiente lugar en el que encontraremos un dato vital para conocer detalles de la historia. A pesar de la mínima interactividad permitida – básicamente abrir algunas puertas y activar determinados dispositivos, como teléfonos, radios o cassettes -, Everybody is gone to the Rapture supone, en mi opinión, un paso adelante de cara a acercar este género minoritario, que yo definiría como un Cuento con una narración no lineal, al gran público. The Chinese Room recurrió a Sony para que les financiara su nuevo título, cuya semilla fue el concepto de «Dear Esther con algo de interactividad para el jugador», y esto implicó la exclusividad del mismo para PS4, pero también beneficiarse de la maquinaria de publicidad del gigante nipón y llegar así a jugadores que ellos solos, como estudio independiente, no podrían replicar. En principio, una situación Win-Win para ambas compañías.
Lo primero que llama la atención de Everybody is gone to the Rapture es su apartado gráfico. Muy cuidado, preciosista, con escenarios repletos de vegetación viva que reacciona a la climatología, con un paso del día a la noche continuo y con, sobre todo, unos efectos de luz brutales, este juego entra por los ojos, consiguiendo instalarse en tu cerebro por mucho tiempo. Salvando las distancias, Everybody is gone to the Rapture me ha calado de una forma similar a como lo hizo Trine 2. Los visuales quizá no sean lo más importante en un videojuego, pero aquí sirven para conseguir introducir al jugador en un mundo que resulta real. Y eso allana el camino al argumento y, sobre todo, a cómo se despliega la historia.
La narrativa en la creación de The Chinese Room es soberbia y, sobre todo, creíble. A pesar de la naturaleza del acontecimiento principal de la historia del juego, las relaciones descritas entre personajes, el emplazamiento y la forma en la que los integrantes de la historia reaccionan a los acontecimientos te resultará muy cercana, siendo fácil sentir empatía por los habitantes de Yaughton. Recorrerás los escenarios buscando hasta la última información que te acerque un poco más a comprender qué es lo que ha ocurrido realmente. Yo personalmente me he quedado pegado al mando hasta que he conseguido desvelar el desenlace del juego, empujado por un ansia a desentrañar el misterio como si de una novela de Stephen King o de una serie de TV se tratara.
A pesar de su altísimo nivel, no puedo situar al estilo narrativo o a la historia en si como lo mejor de Everybody is gone to the Rapture, pues los visuales y, sobre todo, la banda sonora, obra de Jessica Curry, rivalizan en calidad. La OST es una maravillosa recopilación de piezas clásicas que merecen la pena ser degustadas independientemente del propio videojuego. La BSO ya se puede adquirir en formato CD o descarga, y la propia Jessica adelantó que saldrá también en vinilo:
https://twitter.com/jessicacurry2/status/630767191776997376
En cuanto a las voces, es posible seleccionar la – correcta – pista en castellano de España, así como otros doblajes de lenguas europeas, aunque yo recomiendo encarecidamente usar la pista original activando, si es necesario, los subtítulos. El acento inglés británico del presunto emplazamiento del pueblo se ha respetado, algo que se pierde con la localización. Eso sí, es una lástima que los carteles y demás señales en el juego no se hayan localizado para los que prefieren vivir la experiencia del título de The Chinese Room en su idioma materno, si este no es el inglés.
Everybody is gone to the Rapture es una de esas experiencias que te hacen replantearte cuáles son las auténticas posibilidades – y los límites – de los videojuegos como medio narrativo. Con este título se demuestra que el papel del jugador no tiene por qué ser clave; no es necesario forzar interactividad o tareas para el jugador – como sí que se hace por ejemplo en To The Moon – para conseguir una inmersión o disfrutar de una magnífica experiencia narrativa. A pesar de que no es un título apto, potencialmente, para todos, dejarlo escapar es renunciar a uno de los títulos más brillantes del catálogo de PS4. [9]