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Análisis de Stardew Valley: mamá, quiero ser granjero

Parece que el fenómeno Stardew Valley no tiene límites y, mientras muchos esperamos a ver con qué nos sorprende Chucklefish para su modo multijugador cooperativo y disfrutamos de su port a Nintendo Switch, conviene repasar qué es lo que ha convertido a Stardew Valley en una de las grandes y tapadas joyas de estos últimos años. Así que, con motivo de los GOTY 2017 de la comunidad AKB, vamos a recordar qué es lo que hace grande a este juego.

La herencia de Harvest Moon

Basta un simple vistazo a Stardew Valley para reconocer sus influencias y saber de dónde bebe. El propio Eric Barone reconoció en una entrevista a EDGE que sentía que Harvest Moon, su saga favorita de videojuegos, se encontraba en horas bajas y que sentía que la franquicia había perdido el esplendor de épocas pasadas cosechado en SNES o en PlayStation, donde sitúa a su entrega favorita, Back To Nature. Barone llegó a la única conclusión posible: tenía que encontrar un recambio, y si no lo había en el mercado, sería él mismo quien tuviese que crearlo.

Tomar la decisión de desarrollar un videojuego que aspira –y que, por cierto, ha conseguido– ser una alternativa seria a Harvest Moon tenía su lado bueno y su lado malo, y ambos pasaban por el mismo factor: los fans. Cuando Barone anunció el desarrollo de Stardew Valley en 2012, las reacciones fueron tanto positivas como negativas por parte de la comunidad, unos esperanzados y otros asustados. Sin embargo, Barone acabó probando que la confianza depositada en él por los que añoraban días mejores de la saga Harvest Moon estaba más que justificada.

Stardew Valley coge como referencia a Harvest Moon, observa detenidamente todo lo que lo convierte en lo que es y lo adapta y hace suyo, convirtiéndose en un simulador que el propio Barone define en su página de Steam como “open-ended country-life RPG”. Y nada más acertado para describirlo, ya que Stardew Valley es más que un simple simulador.

Estaciones, cultivos y festivales

Al pensar en Stardew Valley me viene a la cabeza un Animal Crossing mucho más profundo e intenso. Para que se entienda, Animal Crossing sería una versión casual y descafeinada de lo que es Stardew Valley, donde las posibilidades son mucho más amplias y variadas.

En el juego de Eric Barone el abanico de posibilidades es enorme. El año está dividido muy acertadamente en cuatro meses, cada uno de ellos representando a una estación: primavera, verano, otoño e invierno. Cada una de estas estaciones tiene sus propios cultivos y elementos, así como cambios en las rutinas del resto de personajes y cambios estéticos en el mapa de juego. Esto da lugar a una planificación medida para no acabar en la ruina: hay que saber qué plantar, ya que cada cultivo tiene un tiempo de maduración y, a la hora de venderlos, no valen lo mismo unos que otros. Por lo tanto, podemos encontrarnos en la situación de esperar un rico surtido de fresas que nunca llega porque llega el verano y nuestros cultivos de primavera se marchitan. Además, podremos también, una vez tengamos los edificios correspondientes, criar animales y obtener productos como leche o huevos, esto sí a lo largo de todo el año.

Otro elemento significativo de cada estación son los festivales. Cada una de las cuatro estaciones tiene dos festivales, sumando un total de ocho festivales a lo largo del año. Cada uno de estos festivales se diferencia del resto y algunos de ellos se identifican con fiestas reales de nuestro calendario, como Halloween o Navidad. Lo bueno de estos festivales es que te permiten estrechar lazos con el resto de personajes y vivir situaciones especiales que no puedes vivir a lo largo del resto del año. Aunque es cierto que sí se puede echar de menos algún detalle más en según qué festival, resultando algunos demasiado simples con respecto a los otros.

La pequeña comunidad de Stardew Valley

Stardew Valley es un pequeño pueblo en el que conviven unas 30 almas. Cada uno de estos personajes tienen rutinas, trabajos y gustos distintos y diversos, y eso hace de Stardew Valley una experiencia variada y enriquecedora en cuanto a NPC’s. No hay dos vecinos iguales en Stardew Valley, y la diversidad racial y sexual que ofrece Barone en su juego salta a la vista, pudiendo el jugador mantener una relación con cualquiera de los solteros y solteras sin importar su raza o su sexo. Aquí Barone rompe una lanza en favor de la diversidad, al más puro estilo BioWare, y muchos aplaudimos esa decisión.

Otro dato importante acerca de los habitantes de Stardew Valley son sus cumpleaños, los cuales están repartidos a lo largo de las cuatro estaciones. En el día del cumpleaños de alguno de los vecinos, el jugador podrá hacerle un regalo (además de los dos regalos que se les puede hacer de forma gratuita por semana), pero estos regalos han de ajustarse a los gustos del personaje. Si le regalamos azúcar a Abigail, por ejemplo, no reaccionará de una forma muy alegre y nuestra relación con ella empeorará. Sin embargo, si en vez de azúcar le regalamos una amatista, se alegrará y nuestra relación mejorará.

Stardew Valley nos ofrece la posibilidad de vivir en un pequeño pueblo con gente muy diversa a la que se acaba cogiendo cariño. Podremos hacer amigos, cultivar nuestra propia tierra, criar a nuestros animales y hasta casarnos en una bonita ceremonia con nuestra media naranja en el juego para luego elegir si tener o no hijos (si se trata de una pareja del mismo sexo, los hijos se adoptarán, otro “bravo” para Barone). Pero la cosa no acaba ahí.

Soy minero… Pero también granjero, pescador, cocinero…

Las posibilidades de Stardew Valley no pasan sólo por tener una granja y vivir una feliz vida en comunidad, es aquí donde los elementos RPG entran en acción.

Nuestro personaje tiene varias habilidades que puede mejorar a través de realizar determinadas acciones. Por ejemplo, si pescamos mucho nuestro nivel de pesca mejorará, lo que nos permitirá mejorar nuestro manejo de la caña de pescar. Esto ocurre con las cinco habilidades que poseemos: la ya mencionada pesca, la minería, la agricultura, la recolección y el combate. Estas habilidades pueden ser mejoradas hasta el nivel 10, y mejorarlas influirá en la capacidad de nuestro personaje para según qué acciones. Mejorando las habilidades mejoraremos el uso que hacemos de nuestras herramientas y nos hará la vida más fácil. Además, subir de nivel nos permitirá craftear mejores objetos y nos aportará determinados boosts.

Y es que en Stardew Valley no sólo seremos granjeros, sino también cocineros, interioristas, luchadores, mineros, pescadores, recolectores… Además, podremos vivir situaciones fantásticas y descubrir nuevos lugares, ya que nuestro radio de acción no sólo se limita a nuestra granja y al pueblo. Podremos elegir entre reparar el centro comunitario del pueblo o ayudar a unos grandes almacenes (consejo: reparad el centro comunitario), podremos donar minerales y artefactos al museo, por lo cual recibiremos recompensas, podremos comprar muebles y decorar nuestra casa y nuestros cobertizos al gusto… Las posibilidades de Stardew Valley son casi inacabables.

En resumen: el simulador de vida rural definitivo

En definitiva, todos los elementos que componen Stardew Valley lo convierten en lo que debería ser a día de hoy pero no es Harvest Moon. La cantidad de contenido que ofrece es apabullante para tratarse de un juego desarrollado por una sola persona, y todos los elementos del juego encajan de una forma preciosa. En Stardew Valley podemos elegir cómo vivir nuestra nueva vida, qué cultivar o de quién enamorarnos, aunque de lo que más nos enamoraremos, sin duda alguna, será del propio Stardew Valley. [92]

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