Vale la pena lanzar un aviso para los amantes de los plataformas clásicos y para los que tengáis pensado adquirir Xbox One X.
Si tenéis planeado estrenar la poderosa consola de Microsoft con Super Lucky´s Tale para comprobar las bondades técnicas del hardware, en este título encontraréis un brillante ejemplo de lo que es capaz de dar de sí la máquina a pesar de ser un juego poco exigente, sus rocosos 60 FPS y su resolución 4K lo convierten en un vistoso ejemplo de lo que puede ofrecer One X. Pero como juego plataformas deja mucho que desear, ¿la culpa? una cámara errática y un control inexplicablemente poco preciso, son su talón de Aquiles y motivo de su aprobado raspado con un punto extra por su belleza estética, vamos a ver sus pros y sus contras.
Nada más empezar a jugar a Super Lucky’s Tale enseguida nos damos cuenta de cómo funciona y que va a ofrecernos. El juego plantea 4 mundos que iremos desbloqueando uno a uno y en un orden establecido por el propio título. Cada mundo es una especie de reino lleno de coleccionables, pero no son más que un escenario sin relevancia para llegar a las puertas que debemos ir desbloqueando para entrar en las propias pantallas que esconden la matriz central del juego. A la postre, los 4 mundos se antojan demasiado escuetos y resultan austeros.
En ellos deberemos encontrar más coleccionables. Así, el objetivo es encontrar el máximo número posible de tréboles mediante pequeños puzles y pruebas plataformeras para seguir desbloqueando puertas que a su vez harán que consigamos más tréboles. Algunas veces el juego se anima con fases 2D que sirven para refrescar la monotonía y no están del todo mal, se gana en precisión y se agradece, tampoco son la panacea de la diversión, pero como digo aportan variedad frente a las fases en 3D que son mayoría.
El principal problema del juego de Playful Corporation reside en su control, que combinado con la cámara, forman una desastrosa mezcla que como resultado consigue crear momentos de auténtica frustración, porqué un buen plataformas necesita de buenos controles y que estos sean precisos. Siempre es de agradecer una cámara aliada para colaborar con el jugador y no convertirse en un enemigo más al que derrotar. Es incomprensible como en el estudio no han sabido solucionar este problema y se han limitado a conformarse con una solución de semi-cámara libre con unos movimientos que van a golpes y con la que no se puede rotar en 360 grados para posicionar al zorro protagonista de la aventura.
Quizás la culpa la tenga el origen del propio desarrollo, proveniente de la realidad virtual y se hayan reaprovechado demasiadas cosas, diría que hasta bastante del código completo del juego, dándole una capa de chapa y pintura para que se vea bonito en PC y Xbox One X. Algo menos conseguida está la versión de sus hermanas pequeñas, la FAT y la S se comen una tasa de imágenes por segundo inestables que emborronan la experiencia a nivel jugable. Es importante recalcar que la mayor parte del peso de culpabilidad del problema jugable caiga sobre la cámara, lo del control quizás sea una consecuencia de la perspectiva que nos impide ver con claridad el posicionamiento y el espacio direccional de las plataformas de forma clara. Sea como fuere, la sensación de comer golosinas con sabor a potaje acaba dejando un mal sabor de boca.
Eso sí, Super Lucky’s Tale es un juego bonito de ver, agradable y simpático para los más pequeños de la casa y su alta tasa de frames con su resolución nativa a 4K le convierten en un título preciosista y disfrutable solo por ese motivo. Es incluso entretenido en los momentos álgidos de la aventura, incluso a veces desafiante. Pero otra vez nos encontramos ante una muestra de estiramiento artificial que de no ser por la obligación de conseguir un número ridículamente alto de tréboles para poder acceder a nuevas pantallas y mundos, podríamos completarlo fácilmente en unas 4 horas. Este alargamiento ficticio en su duración, nos obliga a exprimir prácticamente todos sus recovecos para hacernos con estos tréboles y poder completar la aventura, que al final logra rellenar entre 6 y 8 horas de contenido.
Siempre digo que no es bueno obligar al jugador a que haga tareas secundarias para poder acceder a contenido principal, también puede ser menos tedioso que en títulos de 60 horas, pues después de completarlo poco queda para ver o hacer. Y no puedo evitar tirar por cara a sus creadores una de esas verdades que sonrojan; los juegos más aclamados y los mejores estudios suelen ser capaces de alargar el contenido con creatividad y variedad, una variedad que, por cierto, a nivel estético y jugable deja bastante que desear.
Me he reservado para el final la comparación que seguro en Playful quieren evitar a toda costa, compararlos sería para muchos incluso un sacrilegio, juegan en ligas distintas y el combate sería tan desigual, que parecería ver pelear a Sugar Ray Robinson contra Peter Buckley, pero si vas a salir al mercado coincidiendo con un coloso como Super Mario Odyssey, intenta sacar tu mejor sonrisa en la pasarela.
Un buen maquillaje y tacones altos nunca fueron suficientes. Eso no quita que haya que aplaudir el esfuerzo de Microsoft por querer dar un poco de variedad a un catálogo lleno de plata o plomo, de motor, de mundos abiertos y de tonos oscuros, pero una vez más, estamos ante una nueva propuesta hecha a medio gas, como para cumplir con el calendario y para rellenar un 2017 bastante discreto a nivel de exclusivos de la consola de la compañía americana.
Ay qué lástima. Se echan en falta juegos de este tipo.