Que sí, que sí. Que si las 3D vistas mediante un vídeo de YouTube tienen menos valor que la palabra de un ministro. Que sí, que todos sabíamos que Avatar, el videojuego, traía incorporada la versión tridimensional. Vale. Pero no me digáis que el comprobar que la tecnología que nos van a intentar colar por la puerta de atrás no tiene, a priori, sustancia alguna por la que merezca pagar el dineral que quieren hacernos pagar no vale nada. Porque yo a este vídeo le doy mucho valor: el de no emocionarme pensando que el futuro del entretenimiento humano se escribe en tres dimensiones.