Nunca se valoró a Niko Bellic en su justa medida. Al menos me dio esa sensación. Con su personalidad difuminada en una tela de misterio, su carácter tan propio del Este de Europa y una capacidad sorprendente tanto para acabar con sus enemigos y como para ser el mejor amigo de sus amigos, Bellic era el protagonista perfecto para GTA IV. Ahora se nos pide que revivamos Liberty City a los ojos de un motorista con una cruzada muy marcada. Y claro, no es lo mismo.
Que conste que a mi The Lost and Damned me parece un gran mod, la mejor excusa para volver a rescatar a GTA IV del armario. Y teniendo en cuenta que sólo llevo unas 4 horas aproximadamente de juego – las prisas editoriales nunca son buenas – estoy segurísimo que me esperan muchísimas sorpresas en el 80 % de la aventura restante. Pero en estas primeras horas me he encontrado con un protagonista de personalidad discutible, un control y físicas de motocicleta tan irreal como siempre y unas misiones que se limitan a disparar a todo bicho viviente.
No puedo presumir de haberme pasado ningún GTA, pero todas y cada una de las misiones que he jugado en cada uno de ellos me han sorprendido. Misiones como la del robo de un banco, del transporte de un cadáver, de ataques por sorpresa, de francotirador en un parque… Y aunque sólo, repito, he disfrutado de unas 10 misiones en total, The Lost and Damned no me he sorprendido en ningún momento.
Las mejoras están ahí. O mi memoria es muy mala o gráficamente – que no en cuestión de físicas de conducción, las caóticas carreras son la prueba – ha ganado en detalle, en una mejor iluminación, incluso en física de personajes. Y el valor como vida extra, como ya he dicho, es incuestionable. Pero uno, que es un fan de GTA de esos que se alienan del resto del mundo cuando juegan a uno, esperaba más del binomio 50 millones y Rockstar. Que no es poco lo que he visto, y he jugado muy poco, pero la magia ha atiborrado a cada uno de los Grand Theft Auto a los que he jugado. Y me niego siquiera a plantearme siquiera que el problema sea que me he cansado de la fórmula del eterno sandbox. Maldito Hype…