Starfield es puro ADN Bethesda. Colocarte el gorro de aventurero y lanzarte a un montón de mundos fantástico en el que podremos realizar tantas aventuras como queramos, en un universo repleto de posibilidades, aunque sin demasiado interés en explotar los viajes espaciales.
Nota: ya escribí mis primeras impresiones con Starfield cuando llevaba 20 horas de juego. Ahora llevo más de 90.
Yo estoy enamorado de Skyrim. Su mundo, la forma de desplazarse por él, la ambientación y su sistema de leveling me alucinan. Starfield es totalmente diferente en esos puntos y otros, pero de una forma extraña, se siente similar, y a la vez, como una evolución.
Lo maduras que son cada una de las misiones, que eliminan la etiqueta de «Secundaria=Relleno», me han absorbido completamente como jugador. Bajas la guardia en cuanto ves que las misiones tienen mucha chicha, y eso hace que jugar a Starfield sea un no parar de navegar de aquí para allí, conociendo nuevos personajes y embarcarte en historias nuevas.
La última obra de Bethesda presenta un mundo de aventuras e historias al alcance de tu mando, tan ambicioso que asusta. En Skyrim lo que me gusta es simplemente meterme en una cueva random y encontrarme tesoros y enemigos de los que seguramente tendré que salir huyendo tan rápido como pueda, intentando robar algo en el proceso. Aquí, por el contrario, es la narrativa lo que adquiere un mayor peso y, acojonantemente, Bethesda consigue triunfar en tan titánica tarea de llenar una galaxia, en su totalidad, de aventuras. Sí, hay muchas más aventuras que ciudades en las decenas de planetas, pero dada la dimensión de la propuesta del juego, casi no me quiero imaginar qué supondría atiborrar a poblados y construcciones todos los planetas del juego.
El combate es otro de los aspectos que hay que aplaudir. Es sorprendentemente sólido para una aventura de este tipo, y te anima a que te adentres en él como en un sandbox, probando diferentes armas y encontrando el estilo de combate que más te guste. Fusiles, pistolas, escopetas, armas blancas… el catálogo de diferentes armas de cada tipo es enorme, y uno de los motivos personales por los que me importa 0 embarcarme en misiones, con la esperanza de encontrar nuevas armas que blandir o simplemente exhibir en una de las casas que compremos o en el almacén de alguna de las naves con las que nos hagamos.
En la lista de pegas sin duda encontraríamos las relativas a la consistencia de las misiones. Puede que seas un soldado de las CU y a la vez seas un comando del Colectivo Freestar y a la vez estés infiltrado en la Flota Carmesí y los personajes reaccionen ante ti como si no tuvieras tantos sombreros puestos. Es confuso y desconecta, casi parece que estés controlando a diferentes personajes. También esas secuencias en las que varios personajes se nos ponen a hablar simultáneamente: uno perteneciente a nuestra party y otro de la misión en la que nos encontremos, solapándose e impidiendo que nos enteremos de nada. Aprovecho para aplaudir el doblaje, al menos en su versión original, que es la que he disfrutado: es espectacular, tanto en calidad como en cantidad, el trabajo realizado en Starfield
Y luego está la ambientación espacial. Teniendo en cuenta que no controlas la nave más que en los combates y que la navegación por las galaxias y planetas es a través de un mapa, lo cierto es que uno podría pensar que el papel de las naves en Starfield debería ser más importante, más allá de las mentadas escaramuzas, las mejoras en los sistemas, o del hecho que puedes re-diseñarlas, ampliarlas y mejorarlas (lo que es tremendamente gratificante, todo hay que decirlo, sobre todo lo de hacer sitio para todos los cacharros que vas recopilando en las aventuras).
Eso no quita que pasear por las diferentes naves y disfrutar de la atención al detalle sea una maravilla, pero es que los viajes, a efectos prácticos, no existen. Todo se controla desde los menús, desde los que se elige a qué sistema se viaja, a qué planeta y a qué zona del planeta. Nada de maniobrar con la nave o de realizar complicados aterrizajes. Eso se lo deja a otros juegos. Eso sí, la implementación del Espacio y de los cuerpos espaciales es una gozada. Tengo que confesar que el mejor viaje galáctico que he experimentado en Starfield ha sido cuando en alguna misión me han llevado de paquete en una nave y me he limitado a disfrutar del paisaje espacial por las ventanillas de la nave. Las estrellas, otras naves, otros planetas, los efectos de luz… Alucinante cómo te golpea en la boca del estómago el tamaño del Espacio recreado por Bethesda en un instante. Mucho músculo, en algunos sentidos desaprovechado.
Los detalles son una locura, desde el mobiliario más cotidiano hasta las puertas, que cubren una absurda variedad de diseños, como bien apunta Sam desde GamesRadar. Todo está hecho con un mimo que te invita a quedarte embelesado observando el enfermizo nivel de detalle de todo, una invitación que, acompañada de la magistral banda sonora que nos acompañará desde el mismo menú de inicio, obra de Inon Zur, resulta irrechazable.
Starfield es una obra tan inmensa que, en ocasiones, es víctima de su propia ambición sin límites. Lo que no es es esa versión AAA de No Man’s Sky que muchos visualizamos cuando se presentó, pero es un juego de Rol en Mundo Abierto tan Bethesda que hay que recibirlo y disfrutarlo con los brazos abiertos. Y disfrutarlo, porque juegos como este solo aparecen cada muchos años.
Era muy complicado encontrar el momento para analizar Starfield, incluso ahora que llevo casi 100h de juego, porque por cantidad de contenido y estructura, se puede considerar un título de muchos cientos de horas en potencia. Pero quizá por eso, he tenido que plantarme y pasar página. Que Alan Wake 2 y Baldur’s Gate 3, otras de las maravillas de este 2023, no se van a jugar solos y presiento que merecen también mi tiempo. [100]
La inmensidad de Tears of the Kingdom me tiene acojonado, pero Starfield me da más miedo todavía.
Gran comparativa, Choro! la diferencia es que en los detalles de Starfield te puedes quedar y jugar ahí, sin necesidad de tener que rendirte a la inmensidad. Por ejemplo, te puedes dedicar a jugar solo misiones de una facción, o construir en un planeta… la misma estructura de loop hace que no haya un final en si, o sea que eso te legitima a la futilidad.
Ya, si he leído bastante sobre Starfield porque la verdad es que el título llama la atención. Pero me abruma, mucho. Y Tears también.
Será cosa mitad de mi estado actual… y mitad de mi toc completista sheldoncoopero, pero me agobian.
😀
Totalmente, a mi me pasa lo mismo con muchos juegos, pero no en este Starfield. Te lleva bastante de la mano y al final te puedes centrar en cada historia que te vas encontrando.
Son MUY diferentes, pero yo creo que a los que les gustó Skyrim, aquí pueden encontrarle la gracia.
Si gustarme me gusta mucho, amigo, lo que pasa es que a día de hoy no estoy en disposición de afrontar semejante empresa.
Otra cosa sería de haberme pillado hace no tanto, pero actualmente sólo pensar en juegos de más de 100 horas me da vértigo.
Porque luego encima es que me meto a saco y soy un jodido enreda, jaja.
Tiempos locos… 😉