Se que para que un título alcance la categoría de Juego del Año o GOTY debe rozar la excelencia en todos sus apartados, pero como jugador todos tenemos nuestro juego fetiche, aquel que de alguna manera te marca a fuego.
Ese juego que lejos de ser perfecto, logre estremecerte y cautivarte hasta el punto de pensar -solo en tu sofá- que acabas de vivir algo extraordinario y maravilloso. Es en ese momento de soledad y con los ojos brillantes cuando necesitas hablar con alguien sobre lo que acabas de vivir, te fumas un cigarro y si no tienes con quien compartir unas palabras, te vas a dormir dándole vueltas al asunto. Así es como me sentí después de jugar a What Remains of Edith Finch (aquí el análisis de Kristian), un juego precioso, imperfecto pero tan necesario para el medio como clásicos instantáneos como Journey, Firewatch o Inside por poner un ejemplo, juegos que por cierto también estuvieron en mi lista de GOTYs en los años en los que aparecieron.
Como digo, What Remains of Edith Finch no es perfecto, pero es maravilloso. La narrativa que ofrece es simplemente magistral, nunca unos subtítulos fueron tan necesarios y parte de la mecánica y la narrativa, muy sorprendente. La historia que nos cuenta es de las que no se olvidan. La protagonista, Edith Finch visita la casa familiar donde se crio, la misma en la que toda su familia vivió y donde murió.
Cada una de las habitaciones de sus familiares fallecidos, todos de manera absurda, accidental o precoz, permanecen cerradas a cal y canto desde el momento en el que perdieron la vida y la casa se fue ampliando hasta convertirse en un entramado laberíntico de pasillos y estancias.
El objetivo es entrar en todas las estancias y descubrir cómo murieron, algo que experimentaremos en primera persona y desde la perspectiva del familiar. Tiene un apartado audiovisual que da cobijo a una atmósfera melancólica que consigue colapsarme y la banda sonora a cargo de Jeff Russo pone los pelos de punta. Siempre aprecio el atrevimiento de los juegos a los que no les importa desechar mecánicas y este lo hace constantemente y sin miedo, algunas solo las utilizaremos un par de veces y después a otra cosa, además las encontramos a puñados y muy variada, todo para contarnos las historias de los familiares fallecidos.
Pocas veces un juego consigue ser relevante dentro de una industria acostumbrada a contar historias irrelevantes, pero por suerte el medio está en constante evolución y juegos como What Remains of Edith Finch llegan para recordarnos que hay algo más que tiros y explosiones y que las historias sobre amor, vida y muerte, soledad, alzhéimer y muchos otros temas interesantes y pensados para jugadores maduros o adultos que buscan algo más que eso -sin querer sonar pedante, no me malinterpretéis- también tienen cabida en el ocio interactivo.
Desde Annapurna Interactive están apostando muy fuerte por estos juegos más narrativos y especiales y yo que me alegro mucho, estoy seguro de que nos darán muchas más alegrías como ésta. No dejéis de darle una oportunidad a What Remains of Edith Finch, quizás os coja con la guardia baja y os sorprenda y hasta os haga soltar una lagrimilla como a mí, y que un videojuego consiga eso, demuestra estar hecho con mucho amor, cariño y humanidad y eso hoy en día es muy difícil.