Si no has probado Cookie Clicker ya tardas. O quizá no quieras arriesgarte en caer en una espiral de adicción de la que te puede costar años salir. Yo me lo he comprado hace poco (también está en versión web) y tengo que decir que estoy en fase de subidón.
Cookie Clicker es muy simple en su esencia. Se trata de producir galletas, tantas como puedas. Al principio solo se puede conseguir haciendo clicks encima de una galleta gigante, pero al poco se podrán invertir las cookies fabricadas en adquirir diferentes mecanismos que automatizan la creación de galletas. A mayor inversión, mayor velocidad de fabricación de cookies. Y a más cookies, más bonificadores pueden adquirirse.
Esta mecánica tan simple, englobada en el género de los Incremental Games, es sumamente gratificante para el jugador, consiguiéndolo con una forma que se encuentra en las antípodas de la fórmula de Dark Souls. Aquí no hay más frustración para el jugador que el deseo de fabricar cookies lo más rápidamente posible.
El concepto de muerte no existe, hasta el punto que la propia fórmula del juego te anima a dejar el ordenador en marcha para cosechar galletas mientras no estás jugando, o simplemente a quedarte atontado viendo como los números suben. A estas alturas de la película, hasta eso es más entretenido que ver jugar al Barça en estos tiempos.
Cookie Clicker es el videojuego perfecto para perder tanto tiempo como quieras, siendo capaz, además, de producir una sosegada y constante sensación de avanzar en algo tan calmado como una pecera, aunque mucho más barato. Y sin el riesgo que se te muera un pez y te amargue el día.