Bajo el pretencioso y tremendista título de «1001 videojuegos a los que hay que jugar antes de morir» me he encontrado con un libro mágico que me ha llevado, cual Fantasma de la Navidad, a cada una de mis diferentes edades como jugador.
Esta maravillosa experiencia no pintaba ni de lejos tan bien cuando comencé a ojear el índice del volumen de tamaño enciclopédico. Y es que muchos de los juegos que aparecen en el libro – incluyendo el protagonista de la contraportada – Assassin’s Creed 2 – no son, bajo mi punto de vista, merecedores de aparecer en una recopilación de estas características. La clave para empezar a disfrutar la obra ha sido asumir que se trata de una selección realizada de forma subjetiva por un listado de críticos de prensa especializada cuyos gustos no tienen porqué ser compatibles con los míos en su totalidad, pero que han querido compartir con el gran público los videojuegos que consideran que merecen ser destacados de entre todos los que han aparecido a lo largo de los años, amparados por una Industria cada vez más asentada. Y a partir de esa asunción, la cosa ha cambiado. Para mucho mejor, además.
Ordenados de forma cronológica y comentados casi siempre desde el respeto – salvo excepciones como el semininguneo al incomparable Wave Race 64, «1001 videojuegos a los que hay que jugar antes de morir», en sus más de 900 páginas, repasa algunos de los principales títulos aparecidos durante los 40 años que separan el lanzamiento de The Oregon Trail de Alien Zombie Death, el primer y el último juego reseñados, respectivamente, en esta melancólica compilación.
Hay cosas que echo en falta, como que todos los juegos comentados cuenten con, al menos, una imagen, o incluso que se hubiera incluido un CD o DVD con metraje de todos los videojuegos rescatados para la ocasión. Pecados perdonables, pues la experiencia en general ha sido de proporciones casi místicas. Por un lado de libro me ha servido – y me sirve – para recordar títulos que me impactaron en su momento, como Xevious o Sokoban, y que casi había olvidado. Por otra parte, me ha encantado descubrir que algunos de mis juegos favoritos de todos los tiempos, como Ikari Warrios o International SuperStar Soccer Pro, tienen su propio hueco en «1001 videojuegos a los que hay que jugar antes de morir». Que aunque sea una lista subjetiva siempre hace gracia coincidir en gustos con gente que echa de menos esa época en las que los videojuegos realmente eran inolvidables.
Hay que destacar que el libro cuenta con un prólogo de Peter Molyneux, el cuál aprovecha para relatar sus inicios como desarrollador de videojuegos, inicios que incluían el desmontar consolas tras cansarse de jugarlas para ver cómo funcionaban. Recuperando el título del libro una vez más, quizá de entre los 1001 videojuegos que aparecen en la lista únicamente deberías sentirte obligado a jugar a una tercera parte, como mucho, pero la práctica totalidad de los títulos comentados en el libro merecen captar tu atención por uno u otro motivo. Aunque este no sea cuestión de vida o muerte.
«1001 videojuegos a los que hay que jugar antes de morir» sale a la venta el 17 de noviembre a un precio de 35 €.