Dead Rising 4: Frank vuelve a ponerme bruto

Cómo me gusta la franquicia Dead Rising. El primero me enamoró, al segundo reconozco que le di poca caña, pero el tercero me volvió a atrapar.

Esta cuarta entrega, de la que Jentrena ya habló por aquí en su versión Xbox One y que yo he probado por primera vez en PS4, parece tirar de la experiencia para rectificar algunos de los puntos menos amigables de la saga. Empezando por la dificultad.

Aún recuerdo el estrés del contínuo contrareloj del primer Dead Rising. Ojo, estaba justificadísimo, y lograba crear una atmósfera de tensión que, de otra forma, igual no hubiera estado ahí. Esto ya se ha dejado atrás en esta cuarta entrega. Y también cuadra: Frank West está ya de vuelta de todo. El rescatar a espontáneos es, aparentemente, más relajado, y hasta los jefes frikis, que siguen estando a la orden del día, son mucho más asequibles, al menos en las primeras horas de juego que llevo a mis espaldas.

Geeks, sed bienvenidos

Hablando de frikismo, este Dead Rising 4 es una oda a la cultura de Capcom. Y es que poder calzarte de buenas a primeras las mallas de Cammy, el traje de Mr. Bison o conseguir el casco de Sir Arthur es una auténtica maravilla, droga pura para los que hemos jugado durante años a las IPs de la compañía japonesa.

Además de olvidarnos del reloj para casi todo, hay varios detalles que me han gustado más que en entregas anteriores. El repaso que se hace de los Casos al ser cerrados me parece elegantísimo. También me gusta eso de poder despejar áreas, más allá de las Zonas Seguras, de zombies, tras liquidar a unas decenas, sin temer que un respam rellene lo que yo voy limpiando por el otro lado.

También el mundo abierto sin apenas cargas adicionales es algo que añade tanto variedad como posibilidades a la acción, aunque Dead Rising no va a poder – ni debería – escapar nunca del Centro Comercial. Decir que este mundo abierto me ha recordado algo al de The Division, por estructura y eventos que se suceden en él.

Eso sí, es evidente que las costuras están ahí, como el hecho de que las Zonas Seguras sean tan parecidas entre ellas, incluídas las personas que te vas a encontrar en ellas y que te van a proporcionar provisiones. O que el apartado técnico no sea especialmente brillante y esté repleto de bugs gráficos, aunque le sobra para mostrar un mundo que combina zombies y frikismo, uniéndolos con una cola de acción y coleccionismo del que es casi imposible escapar a poco que te vaya la marcha.

Pero la extraña sensación de que, a pesar de todo, tenemos el control y que quizá estar en un mundo dominado por los zombies no debería acojonarnos, porque tenemos el poder, es absolutamente adictiva. Yo estoy enganchado a Dead Rising 4, hasta el punto que he abandonado a Skyrim, que ya es decir.

  1. Dead Rising 4 es uno de los varios que tenemos en cola para jugar pronto, y muchas ganas hay, pero también hace bien poco que lo conseguí y otros están por delante.

    En cualquier caso, huele a juegazo… de nuevo, que toda la saga me ha encantado.

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