Ayer estuve jugando por espacio de un par de horas a Mario & Luigi de Nintendo DS. Yo ni siquiera había pedido el juego a Nintendo, pero me llegaron recomendaciones de muy alto nivel, recomendaciones que lo elevaban a la categoría de «El mejor juego de Nintendo DS del año pasado». Yo, enamorado de GTA Chinatown Wars, tenía que comprobar, claro, si esos halagos estaban justificados. Y en ello estoy. Pero eso será otra historia. O, mejor dicho, será mi próximo (micro)análisis.
La cuestión es que tuve que parar de jugar a Mario & Luigi porque se me dormían las manos. Primero la derecha y después la izquierda. Que se me duerman las manos jugando a un juego sólo me había pasado con los mandos originales de la primera Xbox, esos que eran tan grandes. Que conste en acta que mi DS es la primera que salió en Japón, el modelo original, una máquina gigantesca que no tiene nada que ver con la actual, mucho más pequeña. Además, la filosofía de Nintendo DS, que alguien me corrija, es contraria al uso de la cruceta salvo casos puntuales, favoreciendo el uso de la stylus.
He de decir que a la DS juego poco. Salvo excepciones, claro. Por ejemplo, al GTA Chinatown Wars le metí horas sin experimentar un problema parecido, pero el uso de la cruceta cede protagonismo al stylus en muchos momentos, cambiándose así la postura de las manos, relajándose músculos, etc. En Mario & Luigi, en cambio, uno debe estar sujetando la DS todo el rato como si fuera una consola digamos standard y mis manos acabaron pagando la maratón.
¿Es el momento de pasarse a la DSi? Definitivamente no tengo intención de invertir en otra Nintendo DS, a pesar de que soy consciente que con un modelo más pequeño evitaría estas molestias, pero cosas como éstas le hacen darse cuenta a uno que igual los videojuegos no han evolucionado tanto. Jugar a mi Amstrad CPC 464 con la combinación de teclas Q,A,O,P y Espacio nunca fue tan doloroso como controlar simultáneamente a los Mario Bros en una tarde lluviosa de Domingo.
Foto de cabecera | hz536n