La longeva franquicia bajo el sello de Koei Tecmo da el salto al mundo abierto en una de las entregas más ambiciosas hasta la fecha.
De la mano de Omega Force hemos recibido auténticas joyas dentro del género Musou representadas por numerosas licencias, como es el caso del excelente Berserk and the Band of the Hawk —un regalazo para aquellos amantes de la obra de Kentaro Miura—, Hyrule Warriors o la reciente adaptación de Attack on Titan.
Con su principal marca, Dynasty Warriors, la compañía ha querido evolucionar en esta novena entrega las bases sobre las que se ha sostenido todo este tiempo. No hablamos únicamente de poner la vista en lo que está ocurriendo en el mercado, sino plantear realmente que la bandera de la libertad de exploración y acción es la que debe hondear en sucesivos proyectos. Pero, ¿realmente se ha ejecutado de la mejor forma?
El arte de la guerra
Nada más comenzar, tendremos a nuestra disposición hasta cinco perspectivas diferentes de la trama a través de varias de las dinastias. La mayor parte de ellas comenzarán con la supresión de la rebelión de los Turbantes Amarillos, que quienes estén familiarizados con la saga conocerán muy bien. La trama se divide por capitulos donde, de forma inicial, tan solo podremos manejar un número limitado de personajes. Será a través de la sucesión de estas cápsulas argumentales cuando podamos desbloquear nuevos héroes jugables de diferentes estilos de juego y armamento variopinto.
Elegir la senda Wei bajo el mandato del bueno de Cao Cao será la elección más obvia para comenzar en el mundo de Dynasty Warriors 9. Los primeros compases en el juego servirán a modo de tutorial, recorriendo algunos pueblos cercanos a nuestra fortaleza inicial y repeliendo las hordas amarillas en su intento por conquistar China. Será aquí cuando divisemos los principales cambios que esta entrega nos tiene preparados. En términos puramente jugables y relativos al combate pocos existen a excepción de los tres nuevos pilares sobre los que se sostiene los nuevos combos: Encadenados, Reactivos y Provocación. Este tipo de ataques cambian ligeramente los estados de los enemigos, aunque en la práctica apenas notaremos nada.
La vida del espadachín seguirá siendo una ensalada de ofensivas. Desde combos ligeros pulsando combinaciones básicas, pasando por ataques pesados o la mezcla de ambos en un único ataque hasta aquellos ataques especiales a modo de ultimate que activaremos una vez se haya cargado en nuestra barra. Nuestra tarea será combinar todos estos elementos para poder acabar con los numerosos grupos hostiles que pulularán por toda China.
Realmente la chicha del combate podremos exprimirla a partir de los encuentros contra los jefes, que cuentan con su propia barra de salud y utilizan un estilo de combate más personal respecto a las tropas rasas. A estas alturas ya no esperamos nada de la inteligencia artifical en un juego de estas características; sirven su proposito como meras masillas ante los verdaderos retos que imponen quienes les lideran.
Con el paso de los combates y las misiones deberemos tener bien presente el mejorar a nuestro oficial. Acumular experiencia hará que subamos de nivel, mejorando así sus estadísticas y habilidades pasivas. Pero eso no es todo, y es que también podremos equipar nuevas armas, accesorios y objetos obtenidos en herreros, mercaderes o a modo de recompensa de las misiones. Podremos manejar hasta un total de 83 diferentes a lo largo del juego, por lo que conviene no adentrarse mucho en uno si queremos encontrar el que mejor se adapte a nuestro estilo de juego.
Nuevos horizontes
Tal y como comentábamos al inicio del texto, Dynasty Warriors 9 ha tomado la bandera de la libertad brindando por primera vez un mundo abierto sin barreras. Esto es peligroso, puesto que hemos pasado de estancias cerradas y diseñadas para ciertos mecanismos jugables a todo lo contrario. Ahora tenemos la potestad de decidir cómo intervenir en los combates, qué misiones realizar de entre las peticiones de nuestros allegados o simplemente explorar por el mapa en vistas de recolectar nuevos items. El tamaño del mapa es considerable; por ello contamos con la ayuda de nuestro fiel corcel para hacer más amenos los viajes de entre un punto a otro.
Sin embargo, a esta corriente de evolución todavía le queda mucho camino por recorrer. El mundo como tal se siente vacío, falto de alma. Son amplias zonas de poco interés donde se colocan elementos hostiles o los objetivos a realizar para, posteriormente, retornar donde comenzamos. En concepto sigue ejecutandose como un título cerrado, pero con trámites tediosos que restan al conjunto.
Su principal atractivo para esta novena entrega ha terminado siendo su mayor condena. A esto hay que sumar los problemas técnicos a los que hemos estado acostumbrados en según qué ocasiones. Problemas de framerate —que consigue alcanzar los 60fps—, pésima calidad de imagen y un entorno que pese a prestarse a la belleza de los páramos asiaticos, termina resultando en una realización pobre que lejos queda de otras adaptaciones. Eso sí, los textos vienen en completo castellano.
Hablando de misiones, se encuentran divididas según su dificultad —en escala de niveles— y la prioridad de la misma. Existen eventos de máxima urgencia que nos harán despegarnos de nuestro objetivo para así alcanzar suculentas recompensas. No serán las más habituales ya que la mayor batería de tareas las encontraremos por las ciudades previa interacción con un personaje —tanto secundarias como principales—. Aquí entra en juego alguna que otra nueva perspectiva jugable que va más allá de llegar y matar. En algunas ocasiones tendremos que utilizar el sigilo para infiltrarnos en fortalezas enemigas.
Sobre el papel puede interpretarse como una forma de romper, en parte, de la esencia de Dynasty Warriors. La interpretación más lógica se debe a la evolución a la que aludíamos en anteriores líneas, pero de nuevo los fantasmas vuelven para reducir nuestras expectativas. Tan solo consiste en pulsar un botón para que el gancho que llevamos encima nos permita escalar los muros y acceder desde las almenas al interior.
Conclusión
Dynasty Warriors 9 se ha quedado a medio camino en su empresa por ser la gran evolución en la franquicia de los últimos años. Por un lado el abrirse hacia un mundo abierto da pie a grandes posibilidades de juego, pero debe ir acompañado de otras actualizaciones en mecánicas jugables para que casen con esta inédita vertiente. Lo que nos hemos encontrado en él han sido retazos de algo conocido desperdigado por una explanada carente de todo interés. La libertad es el futuro de la gran marca de Omega Force, tan solo queda no olvidarse de otros aspectos fundamentales. [65]