FallOut 3 es muy grande. Gigantesco. Tanto que cuando aterrizas en él te sientes perdido, algo que sentirás durante las primeras horas que le dediques. Luego ya te das cuenta que hay indicadores que te señalan tanto los objetivos principales como los secundarios. Y no sólo eso, lo que realmente no te abandona es la sensación de que puedes hacer todo lo que quieras.
Una sensacion que para los que ya hayan disfrutado de Morrowind u Oblivion resultará similar. Porque Bethesda Softworks, la desarrolladora tanto de esos juegos como de este FallOut 3, ha impregnado a su última creación de todos los elementos que ya ha desplegado en las últimas iteraciones de la serie The Elders Scroll. La apuesta es ofrecer al jugador una libertad que no existe en los juegos de ninguna otra compañía. Y, una vez más, Bethesda lo ha conseguido. En FallOut 3 impera la libertad.
Una libertad que, a título personal, agradezco sobre todo a la hora de saquear. Cualquier objeto que veáis – ya sea un botijo, una cuchara, una pistola rota, una tuerca o incluso un enano de jardín – podrá ser recogido, aunque no tenga ninguna utilidad práctica en el juego y hasta el comerciante más generoso nos vaya a dar una miseria por ese objeto. Es lo de menos.
Por ejemplo, aquí no hay NPC, salvo contadísimas excepciones, que esté a salvo de nuestros ataques. Cualquier personaje con el que dialoguéis podrá ser eliminado si vuestro armamento/resistencia/condición física os lo permite. Ésto, unido al hecho de que es posible saquear casi cualquier cosa y así atesorar pequeños tesoros que en un mundo devastado como el de FallOut valen su peso en oro, eleva exponencialmente la tentación de ser realmente malos. Una tentación que ni en Fable ni en Fable 2 he sentido más allá de la curiosidad de comprobar qué efectos tiene el encarnar virtualmente a un ser despreciable. Podría decirse, a muchos niveles, que FallOut 3 se acerca mucho más al ideal que hay detrás de los Fable que ellos mismos.
La apuesta, claro, no es perfecta, y en el sistema de moral basado, al igual que en la creación de Peter Molyneux, en la dicotomía Bien / Mal hay una descompensación entre las acciones y las reacciones del entorno/NPCs/gratificación/penalización. Es por ello que el jugador se deberá ceñir al sistema implementado en el juego y no el comportamiento que dictaría la lógica. Por ejemplo, nuestro karma disminuirá progresivamente por cada objeto robado, no por el hecho de robar en si. Es decir, que si robamos 10 tazas seremos peor personas en FallOut 3 que si robamos 5.
Es más que aconsejable que tengáis simultáneamente 4 ó 5 archivos de partidas salvadas, por si ocurre alguna desgracia y disparáis a quien no toca u os pillan robando y se monta la marimorena. De esta forma siempre podréis recuperar una partida que tengáis más o menos controlada. Y no contéis con el autosave, porque éste se ejecutará aunque estéis en medio de un tiroteo en el que no tengáis ninguna posibilidad de sobrevivir.
Gráficamente FallOut 3 no sorprende, pero dada su magnitud era de esperar. Es más, dado el tamaño del entorno que representa, bastante hace el entorno gráfico con mantenerse sólido durante la mayoría del tiempo. Así, salvo los comprensibles clippings y animaciones bruscas, FallOut 3 es visualmente cumplidor. Además se permite exhibir ciertos detalles de gran nivel, como la mayoría de las texturas de los decorados y los efectos de luz.
FallOut 3 es un grandísimo juego. Gigantesco, repleto de posibilidades y tan denso como queramos. Seguramente no te lo acabarás nunca, ni verás ni una décima parte de los más de 100 finales diferentes que se han implementado, pero aunque no tengas cientos de horas para exprimirlo como merece, el juego de Bethesda Softworks es de esos títulos que no debes perderte aunque sólo sea para poder decir que lo has jugado. Una joya.