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Final Fantasy VII Remake, impresiones con un diamante en bruto

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Nostalgia. Eso es lo que siento cuando recuerdo la época de PSX, una consola que me hizo soñar despierto, que consiguió enamorame ya desde su disco de demos, con ese Tiranosaurio imponente. Con su propuesta de convertir a los 3D en el estilo definitivo en los videojuegos.

The feels

Recuerdos de la primera Nueva Generación

El primer juego al que le di fuerte, aparte de los de la demo, fue Rige Racer. El título de Namco consiguió hacerme entender que las reglas del juego habían cambiado con respecto a Super Nintendo, la consola a la que dedicaba mis horas de vicio hasta entonces. Esa conversión casi pixel perfect consiguió hacerme olvidar que a mi los juegos de coches no es que me fueran mucho.

Otro juegazo más

Recuerdo que me compré Final Fantasy VII, junto con esa otra joya llamada Gran Turismo, en la ya desaparecida tienda Virgin Megastore de Paseo de Gracia. El juego me enamoró por lo mágico y complejo del mundo que escondía en sus tres discos. La epopeya de Cloud, el ex soldado atormentado por su pasado que se une a un grupo terrorista, me enganchó cosa mala, aunque mi atención acabó dividida por el coleccionismo de coches de lujo de la obra de Polyphony Digital. Ahora, más de 20 años más tarde, tras muchos rumores durante mucho, mucho tiempo y la polémica por su formato episódico, lo imposible: el día ha llegado y Cloud y compañía regresan por todo lo alto.

Graficazos

Empezaremos por lo bueno maravilloso: los visuales. Increíble el trabajo realizado por Square Enix, convirtiendo los gráficos que han envejecido tan mal del juego original en una maravilla absoluta, que perfectamente podría usarse para una serie de televisión. El trabajo realizado en los personajes es brutal, tan solo rivalizado por los efectos de luz, mágicos. En los escenarios, sin embargo, el nivel es sensiblemente inferior. Decorados y NPCs no cuentan ni de lejos con los acabados de los personajes principales.

Los acabados de los NPCs y los escenarios distan del nivel de los protagonistas

La cámara es otro de los «peros» del apartado visual, sobre todo en los combates. En muchas ocasiones se colocará en posiciones incómodas desde las que será complicado tener una visión general de lo que está pasando en el campo de batalla; en esas ocasiones me limito a seguir aporreando los botones, porque al menos los personajes sí que tienen localizados a los enemigos en pantalla.

Renovación jugable

Otro de los grandes cambios, también evidente si has probado la decentísima demo, es el combate. La cosa ha pasado de combate por turnos a lucha en tiempo real, lo que hace que el flow no tenga nada que ver. Además, los combates aleatorios dan paso a luchas contra personajes que puedes ver en el escenario. Un cambio muy necesario que convierte a los enfrentamientos contra los enemigos finales en algo muy épico, sobre todo combinándolo con la banda sonora del juego.

Uno de los problemas es que, fuera de los combates, cuando te enfrentas al juego en si, el diseño de los niveles no da para muchas alegrías. Este es muy pasillero y permite más bien poca exploración. Y cuando esta existe es muy poca agradecía. Pocos lujos he encontrado a nivel jugable en mi primera docena de horas. En mi caso, los minijuegos, las secundarias con jugosas recompensas y el cargar con experiencia las Materias son las dos únicas cosas que me han dado vidilla. Luego la cosa ha empezado a mejorar con las invocaciones y materias que te encuentras perdidas por ahí, dándoles un lustre de exclusivas, de secretos. La salsa del mundo de Final Fantasy VII Remake, la búsqueda en cada esquina a ese elemento que nos dará una ventaja adicional en los combates o que hará lucir mejor a nuestro personaje – las armas cambian el aspecto del personaje, no así los items.


El otro problema es casi inexplicable, relacionado con el anterior, son las paredes invisibles, un fallo en el diseño de videojuegos del que ya he hablado anteriormente en AKB. Final Fantasy VII Remake cuenta con un montón de escenas en las que el jugador no podrá ir por donde aparentemente se puede ir, pues aparecerá un mensaje de Warning indicando que la historia no avanza por ahí, ni lo permite.

Una tarea gigantesca

Resucitar un clásico de más de 20 años es complicado. Square Enix ha hecho lo que era obligado, darle un buen lavado de cara. Pero lo que se presenta al jugador es insuficiente en estos tiempos. Las misiones dan la sensación de contar con un diseño pasillero con muy poco margen para el jugador y, lo que es más grave, queda la sensación que Final Fantasy VII Remake se ha alargado innecesariamente en un formato episódico, muy al estilo de la adaptación cinematográfica El Hobbitt. Hay secuencias que sí que molan y que no estaban en el original, pero otras muchas podrían haberse ahorrado, pareciendo que, en ocasiones, se buscaba el relleno por horas de juego.

Sensaciones

Pero al César lo que es del César. Final Fantasy VII Remake consigue crear un ambiente de grandiosidad y trascendentalidad que el juego original ni siquiera se atrevió a intentar. Quedarse embobado mirando el cielo de Midgar es un lujo que no hace mucho no era más que un sueño que parecía imposible. Y Square Enix ha convertido ese sueño en realidad.

Imagino que será complicado para los fans, entre los que me incluyo, renegar de este Final Fantasy VII Remake, al que durante muchos años le rodeó una atmósfera de misticismo, y menos cuando se te eriza la piel cuando Barrett canturrea la canción de la victoria porque sí. Muy al estilo Dragon Ball Z Kakarot, Final Fantasy VII Remake es un tributo a una obra mitificada. Pedirle algo más que el emocionar a los fans de toda la vida quizá sea demasiado.

Un viaje mágico

Llevo aproximadamente 12 horas de juego, y estoy empezando el capítulo 9. Lo estoy disfrutando mucho, sobre todo por los feels, y por las ganas de descubrir cómo se ha transformado todo para en este remake. Me queda un buen número de horas a las que solo les pido que cuenten con los suficientes como para mantenerme enganchado a la aventura como estas primeras 12 horas.

No creo que sea en absoluto subjetivo, no puedo fiarme de mi criterio, porque me está encantando pero las costuras están ahí, impidiendo que pueda considerarlo una obra maestra. O igual es que tenía las expectativas tan altas que no acierto a valorar lo que sí que ha conseguido Square Enix. Sí, es un diamante, pero algo bruto. Lo que es mucho. ¿Pero suficiente?

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