A pesar de que no pude jugar a The Elder Scrolls V: Skyrim – no sé si alguien pudo hacerlo a excepción del propio encargado de conducir las demos ingame -, los 20 minutos – aproximados – de gameplay que pude presenciar junto a Speaker tras hacer 1 hora – de reloj – de cola en la zona pública (es lo que tiene ser pseudoprensa) me sirvieron para hacerme una idea bastante clara de lo que nos encontraremos en las tiendas el 11/11/2011.
Por si alguien lo dudaba, Skyrim es un Morrowind o un Oblivion muy dopado, eso sí. El detalle gráfico ha aumentado, los escenarios te camelan con su belleza, las magias son más espectaculares que en sus predecesores y hay dragones surcando los cielos. Puntillas para mejorar una de las fórmulas más exitosas de la Industria, con permiso de GTA, claro.
¿Hacía falta revolucionar? Para empezar, eso quizá significaría sacrificar a la base de fervientes fans de un sistema de juego robavidas. Así que depurar el sistema de juego y mejorar la última iteración a nivel técnico podría parecer el único camino posible.
En cualquier caso, las batallas contra los dragones son algo brutal y transmiten a la perfección esa sensación de pequeñez y de terrorque uno sentiría si se encontrara delante de uno de estos bichos fantásticos. Una puntilla maestra para enriquecer una experiencia inmersiva que se lleva puliendo durante años. Skyrim no será el juego más innovador del 2011 pero sin duda es uno de los más importantes.