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Primeras Impresiones de Gran Turismo Sport para PS4

Si hay algo que reconocerle a Kazunori Yamauchi y todo el equipo de Polyphony Digital es la facilidad con la que han aprendido a despertar la nostalgia del jugador de una forma totalmente natural con Gran Turismo Sport.

Primeras Impresiones de Gran Turismo Sport para PS4

En los primeros compases frente a Gran Turismo Sport es muy difícil no quedarse embriagado por la agradable sensación de familiaridad que nos transmiten desde las suaves melodías que nos acompañan en los menús hasta los inmediatamente reconocibles sonidos generados por el cursor mediante el cual nos desplazamos entre ellos. Hay una cantidad enorme de pequeños detalles sutilmente engranados para conseguir que nos sintamos de regreso en casa. Esa sensación de pisar terreno conocido es una constante dentro de una entrega que se aferra firmemente a la idea alrededor de la cual ha pivotado la saga desde su inicio: el homenaje al motor con un grado de apasionamiento que roza el fetichismo más enfermizo. Atrás quedan los proyectos faraónicos y desmedidos que tantísimos problemas causaron a Polyphony Digital en la pasada generación, pero, si bien las cifras son más modestas y realistas que las presentadas por sus inmediatos predecesores —sirve como ejemplo el contraste entre los aproximadamente 160 coches que nos encontramos en Gran Turismo Sport y los más de 1000 que estaban disponibles en Gran Turismo 5— persiste esa vocación de ser un gran museo interactivo del automovilismo.

En ese sentido merecen especial mención las completísimas bases de datos que nos permiten un exhaustivo repaso por la historia de cada una de las marcas representadas el juego y, sobre todo, el modo paisajes: una potentísima evolución del tradicional modo foto que contiene más de 900 fotografías tomadas en lugares reales, desde localizaciones urbanas como Tokio hasta enclaves naturales como Monument Valley, para que podamos situar sobre ellas hasta tres de nuestros coches, con multitud de opciones para aplicarle diversos filtros y efectos a la imagen obtenida. Los resultados que podemos alcanzar son sencillamente increíbles. La respuesta de los vehículos una vez nos lanzamos al circuito es muy correcta tanto si usamos mando como si optamos por el volante, ya que, además, disponemos de numerosas opciones para configurar ayudas y moldear a nuestro gusto el grado de exigencia. Obviamente, porque Gran Turismo Sport no apunta a un sector tan específico del público, no se alcanza ni de lejos el nivel de realismo y de exigencia de un Assetto Corsa, pero la conducción es satisfactoria y casi todos los coches que he podido probar están representados de forma muy convincente y pilotar cada uno de ellos supone una experiencia correctamente diferenciada. La excepción se produce en la vertiente de rally, donde los vehículos tienen un comportamiento muy irreal.

Hay que señalar que la línea continuista con la que se ha planteado esta nueva entrega también se manifiesta, desgraciadamente, en aquellas áreas que pedían a gritos una revisión urgente. Las físicas en las colisiones continúan estando muy poco elaboradas, el impacto visual de los daños se mantiene como anecdótico, la IA de los pilotos controlados por la CPU se muestra deficiente y el sonido, aunque mejorado, está lejos al nivel de los grandes exponentes del género, carencias a las que en esta ocasión hay que añadir la escasez de contenido y la ausencia de características presentes en anteriores iteraciones, como la climatología dinámica o los ciclos dia-noche. El apartado visual, por el contrario, sí que resulta más sólido y homogéneo que en las últimas entregas, con un gran uso de la iluminación, pese a que la pixelación de las sombras y la baja resolución de los reflejos sobre la carrocería continúen haciendo acto de presencia y puedan afear ligeramente un conjunto que, por lo demás, es espectacular. Eso sí, el modelo básico de PS4 no se libra de caídas en la tasa de frames, pese a que son muy ocasionales.

A estas alturas quizá podría parecer que estamos ante un lanzamiento un tanto fallido, un juego lastrado por un inmovilismo que lo sitúa justo por detrás de otros grandes títulos que se han publicado en un año que ha sido fantástico para el género de la conducción, pero Gran Turismo Sport consigue reivindicarse gracias a un multijugador muy superior al de sus rivales. Claramente enfocado al mundillo competitivo, contando incluso con el apoyo de la FIA, en el modo Sport se nos ofrece la posibilidad de competir en varias carreras diarias con horarios y ajustes predefinidos que se verán ampliadas el próximo mes con la llegada de los torneos. El sistema de doble ranking —habilidad y deportividad— aspira a solventar el gran problema de este tipo de juegos online, impidiendo que jugadores tóxicos o antideportivos aumenten su rango de habilidad y evitando que se crucen con aquellos que si quieren disfrutar adecuadamente del juego. También existe, como complemento necesario al modo Sport, la posibilidad de crear salas públicas o privadas.

Resulta inevitable preguntarse si este nuevo planteamiento orientado al multijugador no ha terminado siendo un lastre demasiado pesado para la experiencia en solitario. La escasez de contenido y la ausencia de mejoras significativas en aquellas áreas con problemas flagrantes arrastrados desde hace ya unas cuantas entregas parecen buenos indicativos de lo deslucida que es la oferta para un jugador. Se trata, eso sí, de un Gran Turismo Sport que promete abundantes horas de diversión en línea y que tiene muchas papeletas para convertirse en un nuevo fenómeno dentro de los e-sports, pero la sensación final no deja de ser un tanto agridulce. Creo que hay potencial para más y espero que Yamauchi no se despida de PS4 sin regalarnos el Gran Turismo 7 que nos merecemos. La base la tiene.

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