Acabo de leer una noticia de esas que luego son carne de «informativo» de Antena 3 en la que una niña de tres años de Tennessee se ha disparado por accidente con una pistola que, según sus padres, pensaba que era la de la Wii. El padre, recordemos que es un cargo para el que no se exige ningún requisito previo ni se hace examen alguno, había estado limpiando su semi-automática en el comedor y la había dejado encima de la mesa. La niña pensó que se trataba del controlador con forma de pistola de Wii y se disparó accidentalmente, causándose unas heridas que acabaron con su vida. Como siempre, alguien intentará criminalizar los videojuegos cuando la causa son unos padres que no tienen ni idea de cuidar a un hijo y unas permisivas leyes que permiten a los ciudadanos disponer de armas con más facilidad que la cerveza.