Cuando todo deberían ser focos para Metal Gear Solid V, aparece una demo de un juego exclusivo para una consola, Xbox One, que no está dominando el mercado precisamente y roba la atención del respetable. O al menos de una parte de él, entre la que me incluyo.
Pude jugar a la build de la Gamescom de Forza 6 durante un buen rato. Me apalanqué en una de las consolas que Microsoft dispuso para los asistentes a su conferencia y como la mayoría de medios prestaba más atención a la barra libre a otros juegos, pude jugar hasta que me harté. Bueno, no llegué a hartarme, pero hasta que consideré que mejor me movía a probar otras cosas o de allí saldría besando el culo a Dan Greenawalt – que por cierto estaba por allí dando vueltas – sin coche.
Si ya has jugado a la demo, imagino que habrás visto que Forza 6 es un juego espectacular. Como título de velocidad, promete convertirse en el mejor juego de la franquicia de largo. Y no es porque los gráficos sean buenísimos, que lo son, sino por la genial implementación del agua. Turn 10 ha tardado en mojarse, literalmente, pero cuando lo han hecho, han creado un espectáculo visual – al loro con las gotas en el parabrisas – y, sobre todo, jugable, que no tiene parangón. O al menos yo no lo recuerdo. Vamos, que querrás que llueva en todo momento, hasta en los menús.
Y es que la implementación de algo como el aquaplaning, ese efecto que te pone los cojones de corbata cuando te pasa en la vida real, en Forza 6 está tan maravillosamente recreado que hasta te sorprenderás provocándolo para experimentar la sensación de descontrol más maravillosa del mundo, al menos del virtual. Turn 10, kudos, porque habéis creado una bestia.