Además del excitante anticipo de la sorprendente The Grandmasters – sorprendente básicamente por ser de quién es – hoy se han liberado dos secuencias promocionales de otros tantos productos que, a partir de hoy, quedan bastante más abajo en mi escala de hype cinéfilo: la ¿nueva? de Spiderman y Super 8, la joint venture de Spielberg y de un tio al que se le empieza a acabar el crédito que le había concedido por crear esa jod*** maravilla que es Perdidos: JJ Abrams.
Lo de Super 8 más que un tráiler es una escena de la película. Una escena que, realmente, no tengo claro por qué se usa para promocionarla. Quizá tenga sentido en un contexto de 2 horas, pero recortada y expuesta de esta forma consigue el efecto contrario al que – supongo – aspiraba: quitarme las pocas ganas que me quedaban de ver una cinta que me huele a Monstruoso a la legua. Y huelga decir que Cloverfield no es Santo de mi devoción…
Lo de Spiderman tiene más delito. ¿Qué sentido tiene reiniciar una franquicia en el cine creando un producto que, a primera vista, parece un calco de las cintas de Sam Raimi pero con un enfoque de personajes a lo Crepúsculo? Seguramente, únicamente comercial. Lo único destacable – si es que puede catalogarse así – del tráiler es la secuencia final, por ser un clarísimo guiño a ese experimento llamado Mirror’s Edge.