Cualquier adaptación de un super-héroe en la gran pantalla es siempre una buena noticia. Los meses previos reina la impaciencia y la felicidad, intentas esquivar las malas críticas y defiendes la adaptación hasta la muerte. No iba a ser menos con Linterna Verde. Un universo complejo, extenso y rico en contenido que el director Martin Campbell, tenía a su disposición.
Ya refrescaba por la tarde cuando procedí a ir camino de una de las salas más importantes de mi localidad. Los estrenos en pleno verano son, cuanto menos, raros. En esta ocasión eramos siete personas en toda la sala. Quizás un adelanto de lo que iba a ser la película. Me tiré a la piscina y decidí verla en 3D: Linterna Verde había que verlo a lo grande.
La película partía inicialmente con un handicap que los más puristas conocerán: mover toda esa licencia de DC Comics y comprimirla en 2 horas y media, sin mancillar el honor ni sus partes nobles. Era bastante complicado.
El prólogo con buena intención intenta que te enteres un poco de todo ese amasijo de galaxias y giros argumentales de total relevancia en todo este universo. A partir de ahí todo son decepciones, es una caída libre al absurdo, mientras te golpeas una y otra vez con los estereotipos que pueblan toda película americana. Intentas agarrarte a cualquier recurso utilizado en el film, para justificar el dinero invertido. Empezaste queriendo ver Linterna Verde, pero poco a poco quieres dejar de ver la violación pública a uno de las insignias de la editorial estadounidense.
La primera en la frente, Ryan Reynolds se encarga de llevar a la vida al segundo Linterna Verde: Hal Jordan, con todo lo que implica. En lugar de tener un aspecto caristmático y algo enigmático, es todo lo contrario: Hal Jordan guardian espacial del sector 2814.1 es ahora un modelo de ropa interior, un reclamo para quinceañeras. Ryan Reynolds es el verdugo de el héroe que pasa sin pena ni gloria. Si aguantas la mitad de la proyección sin tirar tu refresco a la pantalla, lograrás ver que el traje es lo mejor de la película. Brilla y todo…
Los 15 minutos de acción, te regalan unos efectos de sonidos bastante notables, pero se interrumpen con frases y momentos de humor metidos con calzador. Eso si, escenas chico guapo-chica guapa incluidas, cómo no. Las 3D son anecdóticas. Creo que se dieron cuenta los últimos 10 días de la posibilidad de meterlas y lo hicieron todo el último domingo a las 4 de la tarde.
La banda sonora es un error, pero la disculpa los efectos como ya he comentado, de el anillo. Bastante reconocibles. La recreación de todo el contexto que rodea al anillo, los guardianes y el planeta OA no desmerece en absoluto. Pero ya te digo que si has visto los típicos fotogramas y promos de la película puedes evitarte la visita al cine para ver solo eso.
La película es una contra-reloj y la meta que alcanza es la mediocridad. El tempo sufre altibajos continuamente y esperas un gran final que llega tarde y mal. Si quieres algo más maduro y mejor hilado, Caballeros Esmeralda en un formato de dibujos animados te está esperando.
La crítica la he escrito en un tono nada purista en lo que al cine se refiere. Ni tan sólo en tono gafapasta comiquero (iba a arder Troya). Simplemente advierte que es de las mayores catástrofes cinematográficas y eso cualquier hombre de el pueblo llano lo puede comprobar.
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