Icono del sitio Akihabara Blues

Todos somos logro-adictos


Microsoft ha triunfado con los Gamertag. Mucho muchísimo, hasta el punto de convertirlos en uno de los criterios principales, junto a Xbox Live y al hecho de que la mayoría de juegos multiplataforma siguen teniendo a la consola de M$ como sistema base, a la hora de elegir para qué consola comprar el último videojuego. Y es que incluso una amenaza tan jodidamente problemática como las 3 luces rojas parece difuminarse ante la promesa de atesorar unos cuantos cientos de puntos extra en el Gamertag.


El atractivo es el mismo que el contador de mensajes o el índice de valía en los foros, incluso que el saldo de la cuenta corriente. Todo lo que sea una cantidad numérica puede utilizarse para compararse con los demás, y por ende determinar quién está encima de quién. Poco importa que las cantidades de logros conseguidos por los jugadores estén más determinadas por los juegos a los que se hayan enfrentado que el nivel a los mandos de una threesixty – No es lo mismo conseguir el 100% de los logros en FIFA 08 que en Burnout Paradise, por ejemplo. El sentirse que con tus 10000 puntos de GT estás por encima de todos tus conocidos es una sensación gratificante en un nivel friki-obsceno que sólo pueden entender los que se han visto atrapados por esa vorágine juego-consumista.

Casi da igual que esos logros no sirvan para canjearse por Microsoft Points, o que no obtengamos más reconocimiento que los comentarios de admiración o sorna de los que echen un vistazo a vuestro GamerTag. La satisfacción de completar un nivel o realizar un movimiento especial ya nunca estará completa sin ese mensajito pop up que nos anuncia con presteza que 20 puntos de logro han pasado a engrosar nuestra cuenta de machotes xbox-liveros. Bien por nosotros. Y bravo, Microsoft. Has conseguido que aunque un juego apeste, como King Kong, pueda ser objeto de caza y captura sólo por el hecho de que sus logros son fácilmente desbloqueables.

Salir de la versión móvil