Max Payne vuelve por la puerta grande

Max Payne no es una saga normal. Sus creadores, la gente de Remedy, sorprendieron hasta al más pintado con un juego que introdujo por todo lo alto el Bullet Time en los videojuegos. Su secuela, The Fall of Max Payne, tuvo un título muy apropiado para la decepción personal que fue. Pero la redención sólo estaba a una entrega de distancia.

La tercera entrega, adoptada por Rockstar, recupera algunas de las virtudes del primer Max pero aportando material de producción a la altura de lo mejorcito de R*. El resultado, un Triple A, un juegazo que desde ya se convierte en uno de los más firmes candidatos al GOTY 2012. Argumentos tiene de sobras.

Empezando por la historia en si, una nueva mueca del destino en la turbulenta vida del expolicía Max Payne que, tras tocar fondo y volverse un alcohólico, es reclutado por Passos, un presunto excompañero de academia que ahora se gana la vida como guardaespaldas de gente rica en São Paulo. En la ciudad brasileña Max descubrirá que el infierno no existe únicamente en NYC y se enfrentará a sus demonios de siempre mientras intenta encontrar el camino de la redención entre favelas, intrigas políticas y policías sin escrúpulos.

Max Payne 3 es duro y gore, mucho más de lo que esperaba. Aunque no hay amputaciones ingame, las heridas en el cuerpo de los enemigos son explícitas, y los borbotones de sangre y reacciones al dolor son quizá hasta excesivos. Una violencia que adquiere tintes gratuitos cuando, al acabar con el último enemigo de cada oleada, se permite al jugador vaciar el cargador disparando al malo de turno, ya muerto en una secuencia a cámara lenta. Sí que es cierto que la historia es dura y que, en ella, la vida humana no tiene ningún valor, pero el juego impacta.

A los fans de la saga les chocará, al menos al principio, el cambio del estilo en la narración de la voz de Max en off. De un estilo con contínuas referencias poéticas y al cine de John Woo se ha pasado a una sucesión de lamentos, maldiciones y frases de borracho, un giro adulto que encaja perfectamente con una historia de miserias en la que la vida humana tiene muy poco valor.

Max Payne 3

El antihéroe en las favelas

Aparte de los tradicionales Logros de Xbox Live, Max Payne incluye logros ingame que se conseguirán por disparar ciertas cantidades de balas, liquidar a los enemigos tras dispararles en determinadas zonas del cuerpopartes nobles incluidas -, por matar desde posición de cobertura, de tiempo bala, estirado en el suelo… Logros que acaban resultando más estadísticas que premios, pero que animarán a rejugar un título que, al contrario que lo que había leído por ahí, no se hace largo en absoluto.

Visualmente, salvo problemas MUY puntuales, Max Payne 3 es una maravilla, quizá, en conjunto lo mejor que he visto en esta generación. No sólo por el fotorrealista diseño de los personajes, los acabados o por las animaciones – yo he alucinado especialmente con las de cobertura y las de recarga de armas -, sino por la dirección artística (atención al momentazo en la tumba de la hija y la mujer de Max), lo cuidado de las vestimentas, de la fabulosa localización de São Paulo – atención a la coreografía de los bailes, las escenas cotidianas de las calles o los chavales jugando a fútbol en las favelas- , de las diferentes caras de los enemigos. Los escenarios están repletos de detalles, los personajes reaccionan a cada disparo de forma diferente, la iluminación es una pasada y la inclusión de efectos poperos para remarcar la estética o ciertos mensajes es todo un acierto. En ocasiones el juego parece un videoclip, dado lo cuidado de los visuales y los filtros aplicados, algo que pega mucho con el alto dinamismo de la narración, con escasas concesiones al jugador tranquilo.

El apartado sonoro normalmente es un trámite en mis análisis. Suelo comentar que es cumplidor, que está o no doblado y hago mención de algo que me haya llamado la atención, si lo hay. En Max Payne 3, en cambio, podría explayarme durante unos cuantos párrafos. Empezando por el impresionante trabajo realizado en las voces de los NPCs americanos, brasileños y panameños, cada uno con su acento y su repertorio de frases que parecen sacadas de una cinta de Spike Lee y pasando por la banda sonora, que pasa de la más marchosa samba a melodías que podrían estar firmadas por Harry Gregson Williams. Un trabajo de 10. Quizá alguno eche de menos las voces en castellano, pero sinceramente creo que se hubiera perdido mucho de la ambientación.

A nivel jugable no se puede decir que se haya reinventado la rueda, pues Max Payne 3 se limita a hacer lo que mejor sabe. Eso sí, me gustaría destacar algo que ha acabado siendo algo más que una impresión: el tiempo Bala ha cedido el protagonismo a las coberturas. Y es que para acabar con las continuas oleadas de enemigos es casi imposible hacerlo a pecho descubierto, por muy despacio que transcurran las cosas. Hay que tener cuidado de no arriesgarse más de la cuenta, porque habrá botiquines – o mejor dicho pastillas – que nos devolverán energía, pero un par de tiros bien dados nos enviarán al otro lado. Y ya verás, a medida que avanzas en la historia estos disparos dejan de ser fortuitos y acaban siendo una constante. Destacar también el Disparo de Redención, que nos permitirá, si nos cargamos a nuestro agresor, seguir jugando a pesar de que nos hayan liquidado, siempre que nos queden pastillas en el inventario.

Max Payne 3

Max y Passos, como el dúo dinámico pero armados hasta los dientes

Lo peor que se le puede echar en cara al modo Historia de la última superproducción de Rockstar es que es totalmente lineal: es, básicamente, una galería de tiro de lujo. El jugador controlará a Max a lo largo de escenarios decorados hasta el más mínimo detalle en multitud de tiroteos, limitándose a dar el pasaporte a cuantos enemigos se le pongan, sin afectar en ningún momento el curso de las cosas, logros aparte. No es que esperara un Heavy Rain, pero viendo el altísimo nivel de producción, la verdad es que acabas echando de menos alguna actividad paralela, más allá de recoger piezas doradas de armas, como por ejemplo una mayor libertad a la hora de repeler las oleadas. Es como en LA Noire, que te insistían que no era un sandbox, pero con lo bonito que era deseabas que te estuvieran engañando.

Me he encontrado con algún que otro problemilla, como la situación de que al entrar en una vivivenda una secuencia cinemática no se ha disparado, y he acabado traspasando el suelo y bloqueándose tanto la partida como la consola. También algún que otro problema gráfico, como la desaparición de algunos personajes tras ser eliminados o algún problema puntual con la física, que provocará que los muertos realicen algún movimiento muy extraño. Continuando con las quejas, aunque ahora con la boca pequeña, es que, tras cada secuencia, el arma equipada pasará a ser la pistola, independientemente de la que tengas seleccionada. El sistema de coberturas no está mal, pero es bastante mejorable, sobre todo en lo correspondiente a transiciones entre coberturas, algo que parece que no se ha tenido en cuenta. Son matices, sí, pero teniendo en cuenta la perfección del conjunto, se hacen notar.

Sobre el multijugador, destacar que, tal y como destaca la propia Rockstar, es el primer juego de la compañía que permite la creación de clanes persistentes. Por lo demás, un multi muy decente, con avatares, niveles y modos que se irán desbloqueando a medida que vayamos jugando. Resaltar que el Tiempo Bala también está disponible en los modos online y, aunque no funciona tan mal como me esperaba, no deja de parecerme un parche que se podía haber evitado, y más viendo el casi secundario papel del Bullet Time en el modo Historia. El efecto se ha implementado, para los que no se hayan enterado, provoca que tanto tu jugador como todos los que tengas cerca entren a la vez en Tiempo Bala. La ventaja, así, consiste en que el que lo active reaccionará con mayor velocidad al contar con el factor sorpresa.

Rockstar se ha acostumbrado a regalarnos una Joya por Año y la de este 2012 brilla mucho. No tanto como Red Dead Redemption, claro, pero pocos juegos de acción recuerdo mejores que este. Max Payne 3 es un gran shooter, diferente al resto de la oferta de acción, elegante, con una intensa y cinematográfica trama, unos acabados inmejorables y mucho de lo que catapultó a Max Payne al estrellato. Si te gustan los tiros y disfrutas con las superproducciones estilo Uncharted o Gears of War, no te lo puedes perder.

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  2. Decepción total. Subtitulos muy chicos, tiempos de carga infinitos, no se pueden saltear las larguisimas escenas. La historia carece de sentido por momentos, llevando a Max a vivir situaciones muy ajenas a él. El primer y segundo Payne eran más inteligentes, transmitían filosofía pura. Este Max se convirtió en un personaje que trata de filosofar, roza mucho a los personajes necios y vacíos de personalidad de cualquier GTA. Ahora está de moda visitar Brasil en todos los juegos… mostrando un país que no es como se refleja en este juego. Max Payne es New York, nieve, oscuridad, frío, psicodelia, rebeldía. Rockstar lo tiñó con el estilo soso de un GTA, donde los insultos son el 95% del texto del juego… qué profundo…

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