Vaya por delante una cosa: Si eres fan de GTA ya tardas en comprarte este GTA IV. Aunque seguramente ya lo habrás hecho…
Enumerar las múltiples cualidades de un juego que muchos han catalogado de perfecto es algo redundante, pero obligatorio si uno pretende analizar GTA IV. La creación de Rockstar es tan ambiciosa como sus predecesores en 3D, pero añade unas pinceladas maestras que presentan a esta cuarta entrega como un juego más que apetecible para los fans de la serie.
Los no-fans del sistema de juego, no obstante, seguirán sin ver más que un cuidado sandbox en cuyo desarrollo algunos apartados han sido más cuidados que otros, pero que sigue centrando su atractivo en su concepción de scaléxtrix en una ciudad gigantesca.
El mayor salto en calidad, hablando del modo historia, opino que se encuentra en las escenas cinemáticas, escenas que servirán de introducción de personajes tan carismáticos como Brucie, una mezcla del Edward Norton de American History X con el Potro de Vallecas, o Manny, el autodenominado hombre-guetto, cuyo ego tan sólo palidece cuando se le compara con el número de paridas que dice por minuto.
Por desgracia el desarrollo de las misiones no ha sido mejorado en consonancia, y la inercia de conducir-recibir órdenes-liquidar a alguien se repetirá una vez más. Ni siquiera se contempla que las misiones, en su mayoría, puedan solucionarse de varias formas. Un ejemplo es el encargo de asustar al dueño de una lavandería. Si acudimos por dónde se supone que tenemos que ir, el objetivo saldrá corriendo y huirá en su furgoneta sin que podamos hacer nada para impedirlo. Pero si vamos por la puerta de atrás e intentamos robar su medio de transporte o inutilizarlo, automáticamente fracasaremos en la misión, como nos informará oportunamente el correspondiente mensaje.
La otra vertiente es el estado de stand by de los objetivos: Hasta que no desenfundemos nuestra arma continuarán como si tal cosa, obviando nuestra presencia. Por ejemplo, si montamos una barricada de coches delante del vehículo en el que se encuentran los enemigos que tenemos que enviar al otro barrio, no reaccionarán hasta que les apuntemos con un arma de fuego, permitiendo que les cortemos el paso con una barrera que hemos construido delante de sus narices. La cacareada libertad no la encontraremos ahí. Tampoco en la eminentemente linea argumental, a pesar de habers e incorporado alguna que otra elección de matar/dejar vivir al más puro estilo Fable.
Otra novedad es la utilización del motor Euphoria, motor que permite una reacción muy realista de las colisiones entre objetos. Atropellar a los peatones será más gratificante que nunca. Incluso empujar a los incautos ciudadanos de Liberty City a la vía del tren, sólo para admirar la cuidada trayectoria una vez el tren les arrolle, al más puro estilo El Poder de la Fuerza. Una gozada. Aunque sin duda la gran novedad en GTA IV es la inclusión de diferentes modos multijugador que permiten que hasta 16 personas hagan el cabra en el gigantesco New York virtual.
Gráficamente, obviando las enormes posibilidades jugables, es un título muy normal, tirando a mediocre si no tenemos en cuenta la vastedad del escenario. Pero el hecho de que sea un Grand Theft Auto, como bien ha apostillado Roswell, hace que la crítica sea muy permisiva. Otro título que presentara estos visuales y un entorno más limitado, se hubiera llevado una cantidad de palos importante pero aquí se mira a otro lado en pos de no atacar a una franquicia que, por otra parte, ha estandarizado un sistema de juego que rompió moldes en su estreno en GTA III pero que desde entonces se «limita» a pulir la fórmula.
Donde uno se sorprende es en los detalles con los que Rockstar ha organizado el hormiguero virtual que es Liberty City. La gente irá por la calle hablando por el móvil, charlando en corrillos, dando una vuelta con el coche o incluso liándose a tiros por haber tenido un roce con algún otro NPC. Los dependientes del Burguer limpiarán las ventanas de su establecimiento, la policía te irá a buscar al cibercafé con toda la artillería si abres un link de fotos de menores… Es una gozada admirar este mundo virtual, pero Liberty City, por desgracia, no pasa ser un castillo de naipes cuando intentamos interactuar con ella. ¿Limitaciones tecnológicas? Seguramente. Lo que propone Rockstar es tan ambicioso que, aunque ha llevado a GTA más lejos que nunca en este aspecto, se ha quedado muy corta con respecto a lo que a uno le gustaría encontrar.
Y es que la inteligencia artificial de los NPCs es muy limitada, como apunta JMSlay en su acertado análisis, casi anecdótica. Los transeúntes reaccionarán únicamente con hostilidad o miedo a nuestras acciones, así que olvidaros de ligaros a una ejecutiva despistada o mantener una conversa con un trabajador que justo haya acabado su jornada laboral. Las prostitutas serán una excepción, claro. Otra limitación es la escasez de tiendas, o las pocas posibilidades de robar – las cajas registradoras de las tiendas, liquidar a la gente de la calle y poco más. O las pautas de comportamiento de la policía, las cuales son las mismas que siempre, os perseguirán, dispararán y acosarán con intensidad desde el primer golpe que le déis a sus coches hasta delitos más espectaculares – bazooka mediante.
En cuanto a la BSO encontramos las ya típicas emisoras repletas de canciones comerciales que demuestran que Rockstar sabe bien en qué gastarse el dinero destinado a licencias musicales. Sin duda, pasear en un GTA con la radio a tope sigue siendo uno de los mayores placeres que uno puede disfrutar en un videojuego.
Enlaces de interés:
Página oficial de GTA IV
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