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[Microanálisis] Lost Odyssey para Xbox 360

Microsoft, seguramente por su vítola de dominadora occidental, lo ha tenido complicado a la hora de vender su producto en Japón. Pero, más allá de tirar la toalla, han apostado por apoyar a los desarrolladores nipones y dotar a sus consolas de videojuegos que estén enfocados casi específicamente al público del Sol Naciente. Dead Or Alive 3 y 4, Dead Or Alive Xtreme Beach Volley y Ninja Gaiden fueron algunos de los títulos de corte oriental en la primera Xbox. En 360 Microsoft ha querido apostar aún más fuerte y ha contado con auténticos pesos pesados de la industria como Tetsuya Mizuguchi y, sobre todo, con Hironobu Sakaguchi, considerado como el máximo responsable de la serie Final Fantasy hasta su salida de Square-Enix para formar su propio sello, Mistwalker.



El interesante Blue Dragon fue su primera creación para 360. Y ahora llega Lost Odyssey, un juego con un aspecto mucho más adulto que Blue Dragon, más cercano a la serie que encaramó a Sakaguchi a lo más alto de los RPG japoneses. Tanto es así que jugar a Lost Odyssey producirá un continuo deja vu a los seguidores de Final Fantasy. Hasta los menús recuerdan enormemente a los del producto estrella de Square-Enix. Y el hecho de no poder salvar la partida cuando queramos, sino en puntos determinados de los escenarios, o que los combates ocurran aleatoriamente (algo superado en FF XII), me parece algo neandertalesco, impropio de la Next-Gen, como tampoco comparto la inapropiada y desalentadora curva pared de dificultad, al enfrentar al jugador casi de buenas a primeras a dos Bosses bastante duros. Parece que tantos años de hacer Finals no han servido para que Sakaguchi sienta la necesidad de innovar…

En Lost Odyssey encontramos secuencias cinemáticas intermedias e interminables (aunque se pueden saltar pulsando primero start y después select), un argumento – un inmortal que pierde la memoria y busca recuperarla- repleto de millones de matices, de NPCs con los que interactuar y de secundarios con los que aliarse y Kaim, el protagonista que, inexplicablemente, puede morir durante los combates – aunque resucita a los pocos turnos si le queda algún compañero vivo. Y todo ello sembrado con decenas y decenas de horas de juego y cientos de secretos a revelar. La visión de Sakaguchi cuenta con todos los ingredientes de un Final Fantasy, pasando por el repiqueteo constantecom del botón X buscando tesoros en todos los jarrones y baúles que ecuentres por el camino. Como recurso de ayuda, el personaje principal se girará automáticamente cuando pase por delante de objectos con los que pueda interactuar.

Como buen RPG japonés, Lost Odyssey está planteado como una historia interactiva en la que las secuencias no interactivas llevan todo el peso en lo que respecta al desarrollo de la historia. Por desgracia, las cinemáticas no son lo único que interrumpirá la acción, pues el flow del juego se ve continuamente cortado por unas molestas cargas, que aunque breves se producen aproximadamente cada 5 minutos, lo que tardemos en acceder a la siguiente zona o entrar en un recinto cerrado al estilo.

El gran logro de Lost Odyssey es el conseguir que el jugador conecte emocionalmente con los personajes, que se sienta muy cercano a Kaim y no ceje en el empeño de conseguir devolverle todos los recuerdos que el inmortal perdió, aunque la mayoría de sus memorias sean francamente tristes. Lo que pasa es que ese vínculo emocional se establece en las no interactivas y no en los momentos en que controlamos al personaje, amparándose la historia una vez más en recursos literarios y cinematográficos para establecer la comunicación emocional con el jugador, en vez de permitir que éste tome sus propias decisiones o marque su destino con sus acciones. En cualquier caso, he de decir que pocas veces he sido emocionalmente tocado por un videojuego, y en el juego de Mistwalker cada uno de los recuerdos de Kaim me ha puesto los pelos de gallina. Eso sí, debido a que son tan numerosos, se agradece la posibilidad de saltarse las secuencias de recuerdos para poder seguir con el hilo argumental, reservándonos la opción de poder descubrirlos posteriormente.

A nivel técnico combina momentos de gran esplendor con otros bastante más mediocres, como el hecho de que durante los combates las voces de los jugadores no encuentren eco en las animaciones faciales de los personajes, permaneciendo éstos impertérritos durante sus alegatos pre y post batalla. Estos altibajos técnicos evitan, quizá, el valorar como corresponde a algunos detalles francamente reseñables, como la elegancia del conjunto en si. La banda sonora es muy correcta, aunque como el resto del juego llega a caer en los vicios de los Final Fantasy. A nivel sonoro, impecable. Nobuo Uematsu, otro viejo conocido de Square-Enix, borda unas partituras mágicas, envolventes, que, como el resto del juego, podrían formar parte perfectamente del último juego de la Fantasía Final . Por cierto, para los que gustan de reclamar el doblaje original, Lost Odyssey puede ser escuchado en Japonés además de en inglés. El castellano, eso sí, brilla por su ausencia, al menos en las voces.

Lost Odyssey es lo más parecido a un Final Fantasy (obviando el MMORPG XI) que un poseedor de Xbox tendrá, por lo menos a corto/medio plazo. Con todas sus virtudes y defectos, la producción de Mistwalker es una buena opción si eres un amante de los RPG nipones y tu consola es la 360. Pero si ya tienes una PlayStation 3 ó 2, que sepas que los últimos Final Fantasy me parecen superiores en la mayoría de los apartados, excluyendo quizá la parte artística y definitivamente la parte técnica, aunque ésta no es sobresaliente. Sin ir más lejos, las caídas en la tasa de animación son frecuentes, aunque bien es cierto que las animaciones faciales y el modelado de los personajes es más que meritorio.

Enlaces de interés:

Página oficial de Lost Odyssey
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