No hace falta ser muy observador para comprobar el punto de inflexión que supuso la llegada de Phil Spencer (Twitter, Wikipedia) a máximo responsable de la división Xbox. Lo hizo en marzo de 2014, fecha en la que el CEO de Microsoft, Satya Nadella, informó a los empleados vía email y la prensa se hizo eco del anuncio.
Provenía de la cabeza de Microsoft Studios, y la compañía le vio como el más indicado para liderar todo el negocio Xbox. Menos mal. Con su llegada no fueron pocos los cambios que se produjeron. Bajo el mantra “escuchamos a los usuarios”, poco a poco fue amainando la tormenta que supuso el nacimiento de Xbox One. Se puso fin a la obligatoriedad de Kinect (un dispositivo que nunca triunfó y en el que Microsoft no paraba de insistir en sus tediosas y casi ridículas conferencias del E3 de los últimos años). Por otro lado, aquellos titubeos con el sistema de compra, venta y préstamos de los títulos de Xbox One (motivo de mofa de Sony en su propia conferencia) también se extinguieron y la compañía volvió a encauzarse por el camino quieren los usuarios: juegos, juegos y más juegos. A ser posible, de calidad.
De los errores se aprende y Spencer fue el encargado de dar visibilidad a ese aprendizaje. Ahora, los usuarios de Xbox puede respirar tranquilos al ver cómo la compañía responsable de esa máquina, parece, sigue haciendo las cosas bien. Ya en la propia conferencia de 2014, nada más incorporado Phil, la sensación fue muy diferente gracias a anuncios como Sunset Overdrive, Ori and the Blind Forest o Halo: Master Chief Collection. Por su parte, el año pasado Microsoft puso toda la carne en el asador con una conferencia que ha marcado tendencia y ha sido no solo repetida este año, sino imitada por la competencia. Un juego tras otro, sin casi respiro, con un buen surtido de exclusivos y multiplataforma que hicieron que los jugadores de Xbox, ese año sí, pudiesen debatir orgullosos sobre el E3.
El modus operandi este año ha sido similar. Arrancar con Xbox One S y no volver a ella fue todo un acierto. Reconozco que al ver que empezaban con el anuncio de esta nueva máquina me temí una tediosa conferencia sobre sus bondades. Pero no, fue un anuncio rápido con un mensaje sencillo: buen precio y muy pronto a la venta (agosto). Y así volvieron a los juegos. Sigo sin comprender cómo es posible que volviesen a proyectar el mismo tráiler de Battlefield 1 que ya se vio en el show de EA, un error garrafal que, creo, ha provocado algún que otro enfado dentro de la propia Microsoft. Otro de los momentos más inoportunos fue el de Minecraft.
Entiendo que es una comunidad con millones de usuarios y que han hecho una inversión muy grande en la IP como para no sacarle jugo, pero el anuncio de Realms no era tan rompedor como para dedicarle tanto tiempo, con un gameplay en directo que rompió el ritmo y durante el que se pudieron sentir las ganas de huir de los propios presentadores. El remate final fue sacar al mismísimo John Carmack a hacer no sé muy bien qué con Minecraft. Por otro lado, el espacio reservado al programa ID@Xbox, con la presentación en batería de numerosos juegos indie con Chris Charla en el escenario me sigue pareciendo todo un acierto.
Quizás el punto más polémico de este año ha sido Xbox Play Anywhere, un servicio que incluye funcionalidades cross-buy, cross-save y cross-play entre PC con Windows 10 y Xbox One. Que Microsoft lleva tiempo hermanando sistemas no es ninguna novedad, y el hecho de que con un único desembolso te puedas llevar un juego en dos plataformas es, se mire como se mire, siempre positivo. No creo que esté dejando de lado a los usuarios de consola ni a la propia consola, por el simple hecho de que, generalmente, son jugadores con necesidades diferentes y, quieras jugar donde quieras jugar vas a tener siempre las dos opciones. Por otro lado, la posibilidad de competir con usuarios de PC va a engrosar sobremanera la comunidad de muchos títulos online que, de otro modo, podrían quedar en el olvido a corto plazo.
No voy a entrar a analizar uno por uno los exclusivos de Microsoft ni a considerar si han sido mejores o peores que los mostrados por Sony. En cuestión de gustos nadie puede llevar la voz cantante. Sin embargo, sí considero que la gran baza que ha jugado Microsoft en este E3, y la ha jugado con maestría, es el hecho de que prácticamente todo lo enseñado sale a la venta en el corto y medio plazo. Excepto títulos como Halo Wars 2 (eso sí, lanzaron Beta) o ScaleBound, todos los juegos salen en 2016. Esa insistencia en ofrecer anuncios reales y disfrutables dentro de poco explicaría ausencias como Crackdown, y lanza un claro mensaje con respecto a Sony.
Para finalizar, me abstengo de opinar sobre Scorpio porque aún sabemos poco. Solo diré que si Microsoft cumple lo de no dejar atrás a ningún usuario, el hecho de que haya una familia de consolas donde elegir en función de gustos y necesidades no es perjudicial. Mientras tanto, seguiré alegrándome de que Xbox Live siga creciendo como servicio online y de que Microsoft se acuerde de los usuarios mientras cuida el negocio. Esa es la sensación que me ha dado esta conferencia y, como decía al principio, quizás debamos agradecérsela a Spencer (y su equipo) quien, al menos en apariencia, parece más un jugador que un alto ejecutivo.