Ori era un espíritu del gran árbol que aquella noche de gran tormenta se separó y fue a parar al nido de las golondrinas, tubo la suerte de caer en manos de Naru, un simpático ser rechoncho que enseguida lo abrazó y le dio el cariño que se le da a un hijo.
Un inicio mágico
Así empieza esta historia de amor y ternura entre Naru y Ori, dos seres que viven en completa felicidad y en abundancia. No paran de alimentarse de algo parecido a naranjas y parecen disfrutar mucho de ellas, construyen incluso estructuras para acceder a más cantidades de fruta, están solos y parece que no necesitan a nadie más. En ese momento el vínculo que sientes con esos dos simpáticos personajes con el mando en las manos es casi insuperable, la música es tan mágica que parece que estés dentro de un sueño.
Entonces llega la noche fatídica, el gran árbol llamó a Ori para que regresara a sus brazos y Ori siente la llamada, ante sus ojos un enorme brillo de luz le reclama pero Naru lo entiende como un peligro y enseguida acude a pocos metros donde el pequeño y brillante Ori está embobado observando tan deslumbrante fuente de energía reclamando su atención, Naru lo agarra y lo esconde al interior de su guarida, pues nadie se llevará a su mascota y amigo del alma. Ori era la esperanza para que se mantenga la armonía natural del mundo, pero nunca acudió a la llamada del gran árbol.
La tragedia se intuye
Enseguida podemos ver un cambio en el escenario, todo está seco y sin vida y Naru sale a por fruta fresca con la que mimar y alimentar a un Ori dormido en su pequeña cama. El panorama es desolador, el tiempo a pasado y las provisiones escasean, el gran árbol, que es el narrador de los acontecimientos, nos dice que la vida se ha marchitado. La siguiente secuencia es muy triste, Naru busca fruta y al intentar coger un poco que queda en una rama alta, cae al suelo de espaldas y en ese momento puede que ya hayas llorado y créeme, pocas obras te hacen llorar en tan solo 5 minutos.
Desconsolado y abatido, Naru regresa a su morada y se sienta ofreciéndole a Ori la última ración de alimento que les queda. Acto seguido, el pequeño decide salir a recoger algo de comida, pues es más ágil y cree que podrá llegar allá donde las limitaciones de su amigo grandullón le impiden tener éxito, no se equivoca y consigue un buen puñado de fruta todavía fresca, aunque quizás sea demasiado tarde…
He aquí otra increíble puesta en escena. Durante el recorrido de vuelta a casa el jugador puede ver a Naru y a Ori como espíritus construyendo ese puente, durmiendo, comiendo o saltando, como si hiciera mucho tiempo que como espectador lo hubieses vivido cuando no hace ni 10 minutos que conoces al carismático dúo, pero claro, este título lo está bordando otra vez y maneja tus emociones casi artesanalmente: Moon Studios hace un trabajo perfecto en este sentido. Ahora llega el momento más duro, Ori llega con comida pero Naru esta muerto y la manera en que Ori le mueve es de lo más realista y cruda para el espectador, hasta la animación en la que Naru cae hacia atrás es dramática hasta decir basta, Ori se queda encima de su vientre acostado y una melodía a piano hace el resto.
Unos acabados de película
De nuevo en la orfandad y sin motivos para quedarse, Ori emprenderá un camino que le llevará por un mundo hostil y plagado de peligros y a partir de aquí el juego se convierte en un increíble plataformas difícil como el solo, gratificante como pocos y a nivel visual único. Muchos pensarán que el corte es brusco y que a partir de este punto el juego se olvida por completo de la narrativa tan fuerte que ofrece este prólogo para centrarse en un excelente plataformas. Entonces, ¿Qué hay de malo en esto? La respuesta no es fácil. El inicio de Ori podría ser un corto de apenas 10 minutos que yo compraría por 10 euros sin pestañear, pero el título nos ofrece horas de puro plataformas para recuperar en la recta final el tono narrativo del principio.
Quizás a muchos no os parezca tan emocionante como a mi este inicio de Ori and the Blind Forest, al fin y al cabo usa el recurso fácil y melancólico de los films de Disney y anhela la lágrima fácil, no lo niego. Pero se ve y se siente como una película de animación, su música es cautivadora y lo que pretende lo hace tan y tan bien que es un excelente cuento clásico y un excelente juego de plataformas, All in one. ¿Qué más se puede pedir? Solo nos queda esperar la segunda parte de Ori. Tengo unas ganas tremendas de poner mis manos encima de lo que se vio durante el tráiler mostrado en la conferencia de Microsoft del último E3. Solo con que Ori: The Will of the Wisps sea la mitad de lo que es The Blind Forest, ya me tendrá rendido a sus pies.
Por cierto, entre todos los comentarios de este post se sorteará una clave para Steam de Ori & the Blind Forest Definitive Edition. Tenéis hasta el próximo domingo 6 de agosto para participar. ¡Mucha suerte a tod@s!