Ver el vídeo-trailer de Project Milo y alucinar es todo uno. Lo que varía es la reflexión a posteriori. A mi y a Toño se nos quedó la boca abierta mientras pensábamos en las posibilidades que la enésima visión de Peter Molyneux podía abarcar. A mi novia, sin embargo, le dio mucho miedo, porque Milo, más que un personaje de videojuego, parece un niño que ha pasado a través del
Milo no mantiene conversaciones. Como mucho detecta la entonación. Milo no analiza, utiliza patrones de reconocimiento basados en colores y en forma y devuelve una respuesta prefijada. Milo no reacciona imprevisiblemente, su comportamiento utiliza el mismo tipo de scripts, salvando las distancias, que los soldados de Metal Gear Solid. Lo novedoso de Milo, si uno analiza fríamente el resultado, es el uso que se le da a Project Natal, la reinterpretación del Eye Toy por parte de Microsoft. Digamos que en vez de plantearnos minijuegos a lo Wii se intenta dar un enfoque serio a la captura de movimientos. Pero, por decirlo finamente, a mi Project Milo, y más tras ver las reacciones de algunos de los medios que ya lo han probado, me parece como el Ferrari con motor de seiscientos: Prometedor por fuera, lo mismo de siempre por dentro. Como casi todo lo que intenta vender Molyneux.