Presentamos #CÓDIGOSLITERARIOS

El advenimiento y la proliferación de las nuevas tecnologías han desencadenado una transformación significativa en diversos sectores de la sociedad, incluidos los ámbitos literario y artístico.

#CódigosLiterarios es un ciclo de literatura electrónica y videojuegos creado por Plataforma Placa, un colectivo migrante que opera en España, México, Estados Unidos y Chile. Este proyecto pretende profundizar en las intersecciones entre arte, tecnología y cultura. Akihabara Blues se presenta como su colaborador.

La integración de estas herramientas tecnológicas no solo amplía las posibilidades de creación y distribución de contenidos literarios, sino que también redefine la experiencia del lector y expande los horizontes de la narrativa. Nuestro interés tiene su origen en un curso organizado junto con la Editorial Ultramarina Cartonera & Digital (Plataforma Placa) y el espacio autogestionado La Quinta del Sordo en Madrid. #CódigosLiterarios, el curso en cuestión, intentaba plantear (y resolver) algunas cuestiones en torno a la relación de la literatura y medios como las inteligencias artificiales. Por ello, se propusieron una serie de jornadas con diferentes temas que se recogen en este ensayo y profesionales de diversos campos como Iván Vergara (editor y profesor), Luis Guichard (catedrático y escritor) o Guillermo Marco Remón (poeta y doctorando científico).

Nuestra obsesión desde Akihabara Blues siempre han sido los videojuegos y su literatura, fundamentalmente en sus formas más experimentales. De esta obstinación, nació el curso y surge estos ensayos divulgativos que no aspiran a convencer a los más reticentes, sino a mostrar otra percepción. Para nosotros, la tecnología brinda nuevas formas de creación y presentación de contenido literario/cultural. Plataformas digitales, aplicaciones interactivas y realidad virtual ofrecen a los escritores posibilidades expresivas hasta ahora inexploradas. La interactividad, por ejemplo, permite que los lectores participen activamente en la trama, tomando decisiones que afectan el desarrollo de la historia.

Este enfoque participativo no solo revitaliza la narrativa, sino que también genera un compromiso más profundo por parte del lector. En la era de la atención reducida, las personas que trabajamos en la cultura y, por ende, en el circuito literario, deberíamos intentar dar el mayor alcance a nuestra inmensa y rica literatura. Democratizar la cultura es abrir las puertas del conocimiento y las expresiones artísticas a todos, construyendo puentes que conecten cada rincón de la sociedad con la riqueza y diversidad de las manifestaciones culturales. Es nuestro deber cívico como sociedad y personas letradas. Según el Instituto Nacional de Estadística (INE, 2024), en España todavía hay más de 500.000 personas analfabetas, datos agravados tras la pandemia del COVID-19.

Las nuevas tecnologías facilitan la accesibilidad a la literatura. La digitalización de libros y la popularización de los E-Books permiten un acceso más rápido y conveniente a la lectura. Esto es especialmente relevante en un contexto global donde la conectividad a Internet se ha vuelto ubicua. La disponibilidad instantánea de una amplia gama de obras literarias contribuye a la democratización del conocimiento y la cultura. Sin embargo, todavía mucha población a nivel mundial no tiene acceso a ninguna red ni a ningún dispositivo electrónico. Unos 2.600 millones de personas, alrededor de un tercio de la población mundial, permanecían desconectadas y sin acceso a Internet en 2023, según los datos de la Unión Internacional de Telecomunicaciones (UIT), la agencia tecnológica de las Naciones Unidas (ONU). Resolver estas cuestiones ya no es solamente deber de los gobiernos, sino también de la cultura, que debe buscar nuevas formas de no dejar aisladas a estas personas.

Jean-Luc Godard (Francia 1930, Suiza 2022) fue un director, guionista y crítico de cine

Por otro lado, la tecnología ha propiciado la creación de comunidades literarias en línea. Plataformas de redes sociales, blogs y foros especializados conectan a escritores y lectores de todo el mundo, fomentando el intercambio de ideas, la retroalimentación y la colaboración. Este flujo constante de interacción enriquece la experiencia literaria al proporcionar perspectivas diversas y abrir espacios para la experimentación creativa. Destacan redes como Discord o Twitch que, muchas veces, han favorecido la cohesión social, construyendo un tejido que une a individuos y comunidades diversas bajo el estandarte compartido de la expresión y aprecio por la riqueza cultural. La literatura, hoy por hoy, debe estar presente en estos procesos.

La realidad aumentada y virtual, por otro lado, abren nuevas posibilidades para la visualización de mundos literarios. Proyectos que combinan literatura con elementos visuales inmersivos ofrecen experiencias que trascienden los límites tradicionales del papel impreso. Estas tecnologías proporcionan a los lectores una experiencia sensorial más completa, integrando elementos visuales y auditivos que profundizan la comprensión y la conexión emocional con la obra, venciendo incluso divergencias psicomotrices y psíquicas. Los videojuegos, estudiarlos es una de mis pasiones, han sido baluarte de excelencia al presentar narrativas ricas y diversas que parten de los preceptos clásicos de la creación literaria y teatral. El décimo arte, la película interactiva que tanto ansiaba alcanzar el director de cine francés Jean-Luc Godard, ya existe y es una oportunidad para unificar todas las artes en una sola creación.

¿Dónde más deben estar la literatura y el arte? Las temidas inteligencias artificiales, por ejemplo, y el desconocido análisis de datos contribuyen a personalizar recomendaciones de lectura. Los algoritmos pueden analizar patrones de lectura y preferencias individuales, ofreciendo sugerencias que se adaptan a los gustos y necesidades específicos de cada lector. Esto no solo facilita la exploración de nuevos géneros, sino que también mejora la experiencia de descubrimiento literario. Además, las propias inteligencias artificiales ayudan en la labor de documentación en el proceso de cualquier obra creativa, agilizando los tiempos para centrar el esfuerzo en la escritura. En un mundo cada vez más polarizado, se piensa que sólo puede sobrevivir un método literario, aferrado al clasicismo. ¿Qué pasaría si hubiera una convivencia? ¿Una conexión entre los archivos de un ordenador y las bibliotecas? Un ensamble que nos conecte a todos como personas. Es decir, palabras, historias.

Si bien este ensayo parte del entusiasmo que supone como reto esta unión tecnológica y literaria, también hay que tener en cuenta la contrapartida oscura a todas las infinitas posibilidades que se podrían crear con buena voluntad. La convergencia de la cultura y las nuevas tecnologías ha generado una transformación radical en la forma en que interactuamos con el mundo que nos rodea. Esta fusión ha propiciado innumerables beneficios, desde la accesibilidad global hasta la diversificación de expresiones artísticas. No obstante, plantea una serie de desafíos y preocupaciones que requieren una atención cuidadosa para no equivocarnos en cómo proceder.

Uno de los beneficios más destacados de la unión entre cultura y tecnología es la democratización del acceso a las expresiones artísticas y literarias, como comentaba antes. La digitalización de bibliotecas, archivos y museos ha permitido que obras maestras de la literatura y el arte estén al alcance de un público más amplio. Sin embargo, esta accesibilidad no es uniforme y puede contribuir a una brecha digital, excluyendo a aquellos que carecen de acceso a la tecnología o no poseen habilidades digitales. Uno de los desafíos que deberíamos proponernos vencer en el futuro.

La pérdida de autenticidad es otra consideración relevante. A medida que la cultura se digitaliza, se plantea la pregunta de si la reproducción digital puede capturar la profundidad y la riqueza de las formas tradicionales de expresión. La experiencia táctil de un libro físico o la presencia en una exposición de arte podrían perderse en la era de lo digital, dando paso a una apreciación más superficial. La tecnología también ha abierto la puerta a la personalización de experiencias culturales a través de algoritmos de recomendación y análisis de datos. Aunque esto puede enriquecer la experiencia del usuario al ofrecer contenidos relevantes, plantea preocupaciones sobre la privacidad y la manipulación de la información, ya que la recopilación masiva de datos puede exponer a los usuarios a vulnerabilidades y riesgos.

El fenómeno de la globalización digital también conlleva el riesgo de homogeneización cultural. Las plataformas en línea tienden a destacar las producciones culturales más populares y comerciales, eclipsando las expresiones locales y auténticas. Este proceso podría llevar a una pérdida de diversidad cultural y a la prevalencia de un canon globalizado.

Sin embargo, la fusión de cultura y tecnología no está exenta de críticas en términos de desinformación y manipulación. La propagación de noticias falsas y la manipulación en línea pueden distorsionar la percepción cultural, afectando la comprensión pública de ciertos temas y contribuyendo a la polarización social. A medida que la cultura se digitaliza, también surge la preocupación por la dependencia tecnológica. La sociedad se vuelve vulnerable a interrupciones tecnológicas, ciberataques o cambios abruptos en las plataformas digitales, lo que plantea la necesidad de estrategias de contingencia y seguridad.

Finalmente, la interacción cultural a través de plataformas digitales podría llevar a la pérdida de contacto humano directo. La experiencia compartida de eventos culturales en persona, que históricamente ha contribuido a la construcción de comunidades, podría verse afectada, lo que subraya la importancia de equilibrar la virtualidad con la realidad tangible.

En conclusión, la integración de cultura y nuevas tecnologías abre un abanico de posibilidades y desafíos. Es crucial abordar estas cuestiones de manera proactiva y reflexiva para garantizar que esta convergencia beneficie a la sociedad en su conjunto, promoviendo la equidad, la autenticidad y la diversidad cultural en la era digital.

Akihabara Blues (AKB), como publicación independiente fundada en 2006, se centra en la industria del videojuego. Nuestro contenido abarca noticias, críticas, análisis, opiniones y humor, siempre relacionados de forma directa o indirecta con los videojuegos. Nuestro equipo está compuesto por colaboradores apasionados que aportan una perspectiva crítica e independiente sobre el mundo de los videojuegos y, por ende, de la cultura contemporánea y de la visualidad. Como proyecto cultural, siempre hemos buscado ofrecer una visión integral de la industria del videojuego, fomentando el pensamiento crítico y la reflexión en torno a este medio. Nuestro objetivo es enriquecer la cultura gamer y contribuir al diálogo sobre el impacto de los videojuegos en la sociedad. Mirando más allá, presentamos #CÓDIGOSLITERARIOS, una serie de artículos ambiciosos totales sobre la intersección entre arte, tecnología y cultura, sobre cómo entendemos nuestro mundo cotidiano de pantallas, sueños y neones, sobre qué pesadillas acechan y sobre qué posibilidades podemos intuir.

Almudena Anés (Linkedin) es una narradora española especializada en arte, videojuegos e identidad. Trabaja desde la escritura para indagar la fragmentación y el simulacro.

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