[PSVR2] Rez: Infinite me ha vuelto a volar la cabeza

Era muy reticente a volver a pagar por un juego que ya tenía en mi librería. La falta de retrocompatibilidad de las PSVR2 con sus predecesoras deja de lado de las empresas desarrolladoras el lanzar un parche que retrocompatibilice los juegos. Algunas, las menos, han sacado estos parches gratis. Otras, cobran por ello.

Es el caso de Rez: Infinite, quizá el juego más carismático de la realidad virtual, que se viste de gala para las gafas de PlayStation 5 pero obliga a volver a pasar por caja: 9 euros en el caso de que ya cuentes con la versión de PS4. Comprarlo si no lo tienes, 30 €. Es decir, un 30% de recargo por jugarlo en PS5.

Pasado el cabreo inicial, me he encontrado de nuevo con un juegazo al que hacía mucho que no me enfrentaba. Y es que Rez: Infinite es la fantasía que El Cortador de Césped nos plantó en el imaginario hace ya 31 años. Un mundo que parece sacado de Tron al que podemos saltar utilizando la Realidad Virtual y en el que, a pesar de la hostilidad y el peligro constante, te encuentras tremendamente agusto, sobre todo con la principal novedad de esta versión: poder apuntar con la vista. También, obvio, se han mejorado los visuales, además de incluirse efectos hápticos muy resultones.

Pero el enemigo está en casa. Y es que los niveles de Area X, que permiten, a diferencia del juego principal, vuelo libre, en un entorno aún más increíble que en el modo estándar de Rez: Infinite, si es que se puede decir que hay algo estándar en la brutalidad que se sacó de la manga el maestro Mizuguchi, te vuelan la cabeza. Estos niveles, ya presentes en la versión para PSVR 1, fueron creados, según Mizuguchi, un anticipo del juego next-gen que está preparando desde hace años. Y, joder, lo del vuelo libre es una burrada.

Rez: Infinite sigue siendo, muchos años después, un indispensable. Si no lo jugaste en su momento en Realidad Virtual o, simplemente, no quieres ir cambiando de gafas para probar tus títulos preferidos, no te vas a arrepentir. Ni aunque tengas, como es el caso, que volver a pagar por él y te duela. Te dolerá, eso sí, hasta que te vuelvas a adentrar en él.

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